No hay duda de que el poker es ahora el juego de moda. Desde hace unos años, el juego de naipes más famoso de Hollywood ha ganado adeptos a pasos agigantados en todos los rincones del planeta, también en nuestro país, donde cuenta con una comunidad de decenas de miles de aficionados.

Pero todos ellos tienen un problema. Es probable que buena parte de la fama que tiene el póker hoy en día se deba a las películas, sin embargo, para los verdaderos jugadores no hay ningún metraje que refleje el póker tal como es en la actualidad, tal como ellos lo viven.

Son muchos las que lo han intentado antes y fracasado estrepitosamente. Con la excepción de Rounders (1998), con interpretaciones de Matt Damon y Edward Norton, todas las que han tratado de recrear escenas pokerísticas han recibido críticas muy negativas por parte de la comunidad de jugadores.

Por eso, cuando en 2006 se anunció el lanzamiento de la nueva de James Bond, de Casino Royale, los aficionados se frotaron las manos. ¿Verían por fin una partida de verdad en la gran pantalla? ¿Sería esta la definitiva? Ésta era su última esperanza y, sin duda, si alguien podía hacerlo ese era el agente 007, en esa ocasión representado por Daniel Craig.

Y lo cierto es que empezó bien.

Uno de los detalles más “molestos” para los amantes del póker era que, en prácticamente todas las películas, la única modalidad que entraba en escena era el póker cubierto, de cinco cartas, con descartes. En definitiva, el póker de bar y universidad, el que todos hemos  jugado alguna vez en la vida. Sin embargo esta modalidad está ya en desuso, y muy especialmente en los Estados Unidos, donde hace muchos años que la variante llamada Texas Hold’em reina en las partidas.

En Casino Royale Daniel Craig juega con dos cartas en su mano, como se hace hoy en día, con la ayuda de cinco naipes comunes. Para los no iniciados, hay que aclarar que eso es precisamente el Texas Hold’em del que hablábamos antes. De hecho el James Bond original nunca jugaba al póker sino a Chemin de Fer, un juego de cartas francés, pero los guionistas le dieron un giro al guion para adaptarlo a los nuevos tiempos.

JamesBond CasinoRoyale

“Hoy el juego de altas apuestas es el Texas Hold’em. No es descabellado ver botes de diez, veinte millones de dólares. Así que cuando empezamos a pensar en qué juego podría ser, Chemin de Fer no parecía apropiado pero sí el Texas Hold’em was”, dijo el productor Michael Wilson. Hicieron bien y la primera prueba estaba superada.

Otro de los aspectos de Casino Royale que cayó en gracia en la comunidad fue el lugar donde transcurría parte de la película. Estamos hablando del inconfundible Atlantis Casino & Resort de las Bahamas, que se puede divisar claramente en la llegada del agente a Nassau. Ese lujoso hotel es en realidad un famosísimo emplazamiento que cada año alberga uno de los festivales de póker más importantes del planeta, la PokerStars Caribbean Adventure. Con este leve guiño, la nueva de 007 se agenciaba otro tanto.

Bond podría haber ganado esta peculiar partida por goleada –ya nos tiene acostumbrados a ello– pero entonces llegó la mano definitiva, la polémica última mano. 

JamesBond AtlantisResort
 

Hay que decir a su favor que la actuación de los presentes en la mesa fue de lo más realista, pues el equipo de producción contaba con un experto en la materia, Thomas Sanbrook, que enseñó a los actores a manejar fichas, cartas y expresiones. Pero repasemos la jugada en sí. 

El primer jugador apuesta todo su dinero, seis millones de dólares, con un color. El siguiente jugador en hablar tiene ochos para un full mientras que el archienemigo de Bond esconde un full todavía mayor, con as-seis. ¿Qué tiene nuestro héroe? Por supuesto un siete y un cinco de picas, unas cartas que pocos jugarían pero que casualmente eran las únicas que le permitían ganar con una escalera de color. El crupier entrega el bote a Bond, uno que contiene la friolera 115 millones de dólares. ¿No dijo el productor que la partida iba a ser realista? Nunca antes, en la vida real, se ha visto una mano así.

En Internet se pueden encontrar opiniones muy diversas sobre la cuestión. Algunos llegaron a catalogarla como la “mano más ridícula de la historia de las películas de póker” mientras que otros admiten que esa es “la mejor escena de póker” que han visto jamás. También hay en la nube diversos análisis técnicos sobre la jugada que pretenden, y probablemente consiguen, demostrar lo inverosímil de la misma.

Pero a todos ellos quizá se les olvidó lo más importante, que se trataba de una mera película y una de James Bond. El agente 007 siempre gana, en todo lo que hace,  con clase, con elegancia y, sobretodo, de la forma más espectacular posible. Y también ganó este pulso simbólico con la comunidad de jugadores de póker, ansiosos por ver una escena que les representara. Tendrá defensores, tendrá detractores, pero ahí queda, aunque sea matemáticamente improbable, una de las escenas de póker más emblemáticas de los últimos tiempos.

Porque el realismo está bien, pero sin pasarse.

Artículo escrito por Ivan Marti (@IvanMartiV