Reseña de Archivo 007

Su nombre es Bond, James Bond.

 Parte II. Las películas: la era Connery (1962-1971)

 de Juan Tejero

  El título del volumen es lo suficientemente exhaustivo como para tener que explicarlo. Juan Tejero continúa su obra publicada en 2012, la cual giraba en torno a Ian Fleming, los actores, las chicas, los gadgets, la música… y en este segundo volumen nos ofrece en más de 300 páginas amplios textos sobre las seis primeras películas de Connery, la de Lazenby y el Casino Royale de 1967.

La edición del libro es brillante: pasta dura, imágenes en color y blanco y negro, algunas nunca publicadas en España, papel de alta calidad y densidad… Sin embargo, el texto es lo que más deja que desear.

Quienes en 1997 adquirimos el primer libro de Tejero sobre Bond (James Bond: La obra definitiva sobre el agente 007), aplaudimos su trabajo, por la cantidad de páginas dedicadas a todas las películas, aunque ya detectamos algunas erratas. Pues bien, este nuevo libro, dieciocho años después, mantiene sorprendentemente muchas de las erratas del pasado. Y es que, aunque se nota que Tejero aumenta la parte del texto referida al cómo se hizo la película, desarrollo del guion y anécdotas de rodaje, literalmente copia-pega la parte de la crítica de cada película y parece no corregirla.

Se dice que Bond lleva americana blanca en Dr. No (p. 64), se dice que Ursula Andress es austriaca (p. 66) (y, en otra página, suiza), se habla de “el Lektor” (p. 71) (y, en otra página, de “la Lektor”), los datos de taquilla en la ficha de cada película no se especifican (¿mundial?, ¿Estados Unidos?) y, por ello, son engañosos… Ya no son solo errores tipográficos (“Dracco” [p. 262], Irma “Blunt” [p. 271]), sino algunos fallos tan llamativos como que, en pleno análisis de Operación Trueno, haya una pequeña foto del rodaje de La espía que me amó (p. 168) (¿no la vio el autor?, ¿¿no la reconoció??) o que se diga que Solo se vive dos veces toma el título de un poema de “Bassho” (sic) (p. 213), cuando con leer la novela de Fleming sería suficiente para saber que Bond escribe ese verso imitando al autor japonés Basho̅.

Desde un punto de vista más académico, el lenguaje cae a veces en coloquialismos que restan propiedad al texto: “problemas de Bond para mantener abrochada la bragueta” (p. 249), “fracaso morrocotudo” (p. 275)… Además, faltarían dos apuntes tan sencillos como necesarios. Por un lado, en un libro con tantos nombres y tantas páginas parece imprescindible un índice onomástico en el que buscar en qué páginas se menciona a Moneypenny, a Nadja Regin o a Blofeld, por ejemplo. Ahora bien, lo que es absolutamente esencial en un texto que pretenda tener un mínimo de rigor científico es la obligatoria presencia de bibliografía. Tejero escribe citas, cuenta anécdotas, menciona revistas… sin que sepamos de dónde saca la información. Las notas que aparecen solo ofrecen información redundante y no hay ni una sola referencia a la fuente de la información, por lo que esta no puede ser contrastada. Ante erratas tan obvias como las señaladas, ¿podemos fiarnos del resto del texto sin saber su procedencia?

En cualquier caso, insisto en destacar la calidad de las fotos y la buena información sobre el desarrollo de los guiones o anécdotas de rodaje muy conocidas. Ojalá pueda Tejero escribir los volúmenes sobre el resto de las películas Bond, si es posible, con una mayor dedicación a los mismos, pensando en los fans de James Bond que somos quienes vamos a comprarlos. Desde Archivo 007 mostramos nuestra predisposición a corregir, solventar y matizar erratas, para crear un producto lo más perfecto posible, que es lo que siempre merecerá Bond, James Bond.

Gonzalo González Laiz

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