Reseña de Archivo 007

The Man with the Golden Typewriter es una recopilación de cartas escritas y recibidas por Ian Fleming, que han sido editadas por su sobrino y también escritor Fergus Fleming. La obra se centra en los años en los que Fleming escribió las novelas de James Bond, por lo que leeremos cartas desde 1952 hasta el fallecimiento del autor en 1964.

Cada capítulo se centra en un año y en el libro que Fleming escribió en ese tiempo. Así, hay una parte introductoria con los acontecimientos vividos por Ian, un breve resumen de cada novela y datos sobre su publicación, recepción y repercusión en su vida privada, antes de pasar a la correspondencia propiamente dicha.

Las cartas son un documento fascinante para descubrir las negociaciones con los editores (¡y ver cómo cambió su opinión!), las relaciones con amigos, la elegancia y educación de Fleming, el exquisito trato con los fans y el público en general… Es magnífico leer cómo los lectores se dirigían a él directamente para corregirle, preguntarle o felicitarle y ver cómo Ian contestaba con ironía, elegancia y siempre aceptaba todo tipo de sugerencias, incluso burlándose de sus propios errores (desde los frenos del Orient Express, hasta el perfume Vent Vert).

Capítulo aparte merecen las cartas con Geoffrey Boothroyd, quien se convertiría en “armero” de Bond, gracias a sus consejos, o con Raymond Chandler, creador de otro mito literario como Philip Marlowe, o hasta con Herman Liebert, quien le escribió desde la Universidad de Yale para corregir los americanismos de sus novelas y resultó ser un antiguo espía que también tenía una casa en Jamaica.

Hay que mencionar la tremenda generosidad de Fleming con todos sus colaboradores a quienes siempre les ofrecía un sueldo o un regalo y, en especial, recuerdo a John Goodwin, fundador del Club de James Bond en Oxford, al cual no solo Fleming contesta encantado sino que trata de quedar con él y consigue que le inviten al rodaje de Desde Rusia con Amor.

Resulta también muy interesante toda la correspondencia en relación con las películas que todos amamos. Aunque menciona a Broccoli, parece que Fleming se relacionó más con Harry Saltzman y también podemos leer cómo fue esa relación.

En definitiva, una nueva y original forma de conocer más sobre cómo era, cómo pensaba y cómo escribía en la intimidad Ian Fleming y vivir junto a él la evolución de su personaje universal. Tan entretenida como una novela, creo que es una obra imprescindible para todos quienes leemos, estudiamos y admiramos a Ian Lancaster Fleming.

Gonzalo González

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