Nueva crítica de nuestro colaborador Alberto López

Quantum of Solace debía conseguir dos cosas. Primero debía demostrar que Casino Royale no era una película aislada. Segundo tenía que dejarnos sin duda de que Daniel Craig es James Bond y lo será por algún tiempo. En ambos casos cumple su objetivo, y lo hace con estilo. 

La secuencia pretitulos es una de las más memorables de la película. ¡Sufre Steve McQueen en Bullitt! Esta secuencia bien vale el Aston Martin destrozado y el especialista herido; es un viaje endiablado y dedicado para aquellos que dijeron que Casino Royale podría haber tenido una persecución de coches decente. La duración no es de 20 minutos, como se rumoreó, son sólo 10 minutos de acción que te deja sin pulso.

Los títulos iniciales me encantaron. De hecho me gustan todos los trabajos de MK12. Los títulos tienen mucho estilo y son muy contemporáneos, por lo cual los más puristas quizás se quejen. Aunque no se alejan tanto del trabajo de Daniel Kleinman en Casino Royale, ya que incluyen numerosos efectos de dibujos animados en Bond (como en su predecesora) y algunas mujeres desnudas que se incluyen con un estilo distinto.

 

Tras los títulos la película nos lleva a buscar información sobre »la organización». La aventura nos lleva a una brillante e inesperada persecución por Sienna y posteriormente a Haiti (tras una parada breve en Londres). La acción es fantástica pero en este punto me empecé a sentir un poco incómodo. Me preocupaba que hubiera demasiada acción. (Para mi sólo fue una preocupación momentánea pero para algunos seguro que será peor).

Mis preocupaciones desaparecen entonces gracias a Rene Mathis. Cuando llega la película empieza a meterse en situación. El equilibrio entre guión y acción vuelve a su sitio y podemos ver algunas grandes actuaciones. No solo de Giancarlo Giannini que es de primera clase. También me impresionó Gemma Arterton y por supuesto Jeffery Wright.

Mathieu Amalric está muy bien pero no es excelente. Lo mismo ocurre con Olga Kurylenko que es muy encantadora y competente pero carece de profundidad o rabia. Pero de todas formas esto son pequeños puntos débiles de un brillante reparto.

Como antes, hay momentos divertidos. Bond, Fields y Mathis se encargan de las frases más ingeniosas, juntamente con las réplicas de M. Y hablando de M creo realmente que Judi está genial. Menos malhumorada que en entregas anteriores. En esta parece que Bond y M se entiendan. 

Las secuencias y la edición son brillantes. Estoy un poco influenciado porque trabajo en el sector pero creo realmente que sería dificil para alguien el no darse cuenta de algunas grandes tomas y del gran estilo de edición.

Incluso cuando algunas veces la narración decae un poco, hay algo que se mantiene impertérrito: la actuación de Daniel Craig. Tal y como me dijo un periodista al salir »Dios Craig es un Bond endiabladamente bueno». No creo que pueda añadir mucho más a eso excepto que está perfecto.

La poca duración de la película la afecta de una forma que no me esperaba. Pensé que podría tener menos sustancia. De ninguna manera sentí eso. Vale el dinaro que pagas teniendo en cuenta la cantidad de exteriores y escenarios alrededor del mundo, pero a veces parece todo un poco apresurado. Aunque hay algunos momentos de calma para recuperar el aliento.

Si hubiera dependido de mi hubiera recortado un poquito de acción. Quizás quitando alguna secuencia del principio. A parte de eso no haría ningún cambio. 

Se trata de una película muy distinta a Casino Royale. Es mucho más rápida, a menudo más oscura y algunas veces más dura. El cambio de tono también parece reflejarse en Bond como un personaje que cambia. Esta vez las cosas se hacen con más precisión pero no con menos estilo. El parecido con Casino Royale es que ambas parecen parte de la serie de Daniel Craig, y Quantum of Solace no queda descolgada de Casino Royale ni del resto de la franquicia.

A algunos no les gustará el estilo, a algunos no les gustará la cantidad de acción y a algunos no les gustará la película. Para mi Casino Royale tiene un lugar especial en mi memoria. Era la carta del cambio. Quantum of Solace no tiene el lujo de esa carta pero apuesta por acción a montones, actuaciones brillantes y un emocionante guión. No es una película que quiera ser como Casino Royale, sinó una película por derecho propio.

Por Kitt22 | 8/10

James Bond ha vuelto, y esta vez es personal. El escarpado agente Daniel Craig empieza justo donde lo dejó en un thriller lleno de moratones que te deja seco y tonificado.

Hay luchas cuerpo a cuerpo que te hacen llorar y escenas de especialistas de la vieja escuela incluyendo motocicletas, lanchas, aviones y coches caros que son como un latigazo sólo al verlos. Realmente, nadie lo hace mejor que el nuevo 007.
 
Lo intrigante de esta película de Marc Forster es que empieza donde lo dejó la última, y Quantum of Solace es mucho más dura en esta curiosa continuación.

Ni que decir tiene que el guión es tan prohibitivo como el título. Tras la muerte de su novia, Vesper Lynd, al final de Casino Royale, Bond mezcla venganza y deber peligrosamente mientras intenta cazar a un sombrío grupo que chantajeó a Vesper para que le traicionara.

Un enlace con una cuenta bancaria en Haiti lleva a Bond hasta Mathieu Amalric, un hombre de negocios asqueroso y sin escrúpulos llamado Dominic Greene. Todos los grandes enemigos de Bond tienen algunas facetas curiosas, y Greene no es distinto. Amalric tiene una maravillosa arrogancia. Su secuaz, Elvis (Anatole Taubman), lleva un peinado de monaguillo y mira como Tarantino. Pero es la forma en la que Amalric se las arregla para envenenar toda la confianza en Bond, incluso de sus más cercanos y queridos, que le convierte en uno de los archienemigos clásicos.

La fría rabia amenaza con hacer descarrilar la misión de Bond de desarticular la organización de Greene conocida como Quantum, y dudo que haya mejor actor para para embotellar la rabia que Daniel Craig. Todo músculos, se ha autodefinido como el Bond más oscuro y a puño limpio que cualquier otro de sus elegantes predecesores.

El mismo humor sigue allí. Y a pesar de las ráfagas ocasionales de violencia visceral, Craig está amenazando con convertirse en el 007 más popular, ciertamente con las generaciones más jóvenes.

Incluso las famosas chicas Bond parecen más fuertes. Olga Kurylenko es una belleza espectacular que hace que te muerdas las uñas. Su personaje Camille, tiene su propia venganza que quiere cerrar con sangre, con o sin la ayuda de Bond. Y Gemma Arterton y la astuta Agent Field parece ser la compañera perfecta de un antiromántico herido.

“¿Sabes quan enfadada estoy conmigo misma?” dice la peliroja y desnuda agente del MI6 mientras Bond le besa la columna. Pero Bond rara vez deja que una diferencia de opiniín se interponga en un flirteo decente. 

Las caras familiares que regresan tras Casino Royale los hacen de forma más sutil, un test ácido para Bond quien debe tener cuidado de amigos traidores: Jeffrey Wright es el lúgrube agente de la CIA Felix Leiter; Giancarlo Giannini es quien tira de los hilos de seda, René Mathis; Jesper Christensen es el Sr. White; y Judi Dench, por supuesto, el inimpresionable jefe, M.

“Cuando no puedes diferenciar entre tus amigos y tus enemigos es el momento de irse” espeta Dench.

Por supuesto, Bond no hace nada de eso. Hay nuevos cuellos que romper y juguetes con que jugar mientras la acción se desarrolla por Austria, Italia, y Sudamérica.

Las apuestas son más arriesgadas que nunca. El diabólico plan de Amalric consiste en desestabilizar un régimen Sudamericano, poner en su lugar un dictador a sus órdenes, el General Medrano (Joaquin Cosio), y tomar el control de la mayor fuente de agua fresca del mundo. Pero ese es uno de los motivos por los que no tenemos suficiente de la mayor franquicia de todas.

El director, Marc Forster, ha absorvido las lucrativas lecciones descubiertas por Martin Campbell en Casino Royale. Se las ha arreglado para dar un mejor ritmo a su secuela. Royale se resentía por su duración. Las destrozantes secuencias de persecución de Quantum of Solace son magnificamente peligrosas. Y los temerarios saltos y atravesadas de techos de cristal son tan sensacionales como las pirotécnias de alta velocidad.

Pero es la cantidad de dolor de corazón y castigo que el nuevo Bond de Craig absorve que le hace tan bueno para nuestros tiempos. Bond no es un trabajo en construcción. Ahora es el cruel artículo terminado.

Por Times online | 4/5

Con una duración de una hora y tres cuartos, es media hora más corta que su predecesora. Y la reducción de tiempo resulta en una experiencia más tensa.

Empezando tras el final de Casino Royale cuando Bond encuentra al misterioso Sr White, Quantum of Solace se mete rápido en una caza alrededor del mundo. Bond intenta localizar una organización siniestra responsable de la muerte de Vesper, la mujer que amaba y que muere al final de Casino Royale. Y esto le lleva al siniestro tipo malo llamado Dominic Greene, interpretado por Mathieu Amalric.

Hasta aquí nada nuevo. Pero lo que esta película hace es acercarse más al Bond emocionalmente herido, a su misión y a su motivación. Hay momentos de incerteza cuando la película quiere mezclar la historia personal de Bond con los planes ambiciosos de Greene. Pero por lo general el enemigo queda en segundo plano en el viaje emocional de Bond.

La misión de 007 podría ser la que dirige el guión, pero el interés real recae en como Bond se enfrenta a las situaciones personales en las que se encuentra en su camino.

Ni que decir tiene que la película también incluye los rasgos característicos de la serie. Hay un guiño especial a James Bond contra Goldfinger, pero la película se las arregla para conseguir la difícil tarea de llevar la franquicia hasta nuevos lugares. La nueva naturaleza de la película podría molestar a aquellos que amaban los gadgets y las ocurrencias que Bond soltaba a sus oponentes sin rostro.

Y es un paso valiente llevar más allá todos los pasos dados en Casino Royale, especialmente el redescubrimiento de quien es Bond y por qué es como es. Es una película que parece la segunda parte de una trilogía, siendo este el sombíio segundo acto. 

Durante gran parte de la película Bond es un personaje particularmente poco amable, y a menudo la actuación de Craig con la moralidad cambiante de las legiones de sus enemigos lo que hace que la audiencia esté de su lado.

Olga Kurylenko, interpreta a una refrescantemente distinta chica Bond, se las arregla bien con un papel mucho más profundo que la mayoría de las chicas Bond. Y Gemma Arterton está espléndida en su breve papel como la agente que Bond encuentra en Bolivia, cimentando su posición como una de las jóvenes estrellas de cine más brillantes.

Como siempre los títulos finales prometen el regreso de Bond, y gracias a Quantum of Solace, las ganas de verlo de nuevo son particularmente especiales. No para ver a qué supervillano se enfrentará Bond, sinó para descubrir cual será la siguiente etapa del agente que Daniel Craig se las ha arreglado para reinventar y desarrollar película a película.

Por News BBC | Sin puntuación

Frenética, llena de persecuciones y repentinos cambios de localización, la película tiene una energía demencial, como si tomara el febril tempo del propio Bond. Él – aprendemos pronto – corre salvajemente. Casi cinco minutos tras empezar la película y ya hemos saltado de Siena a Port-au-Prince a través de Londres. Los coches se han rallado en carreteras montañosas. Bond ha estado corriendo por alcantarillas, callejuelas y tejados. Lo hemos visto en motocicleta y en bote. No mucho más tarde pilota un avión.

La forma en que el [director Marc Forster] explora la psyque torturada del espía favorito del cine no es con diálogos extensos, es a través de la acción. Hay algo desesperado en Bond. Craig lo interpreta con tal intensidad que el papel en Casino Royale parece blando. la creciente banda sonora de David Arnold parece que le dirija. Lo malo es que el acercamiento frenético hace que las persecuciones se mezclen unas con otras. Hay poco descanso. Nadie presenta nuevos gadgtes.

Uno de los mayores placeres de la película es la maravillosa actuación de Dench. Aquí está más en evidencia que en anteriores películas Bond y tiene una relación maternal y de flirteo con 007. Nada pone nerviosa a la M de Dench. En una escena tremenda, la vemos salir del baño secándose la cara con una toallita mientras da órdenes a sus operativos alrededor del mundo para limitar los movimientos de Bond. Gemma Arterton también es una buena baza en el papel de Agente Fields en el Consulado Británico de Bolivia, una sirena con un toque de St. Trinians, diciendo “oh cielos” cuando envía volando uno de los secuances de Greene.

Hay una tensión en el centro de la película. Por un lado, se trata de una secuela de acción exterior continua. Por otro, Forster (el director de Monster’s Ball y Stranger Than Fiction) nos intenta mostrar la paranoia y soledad de la vida de un espía homicida. Las secuencias se supone que deben ser para disfrutar pero también revelan la rabia y el dolor de Bond.

Quantum Of Solace no parece una película Bond habitual. Aunque dura menos de sus predecesoras, es más frenética que la mayoría, y siempre es una agradable experiencia para ver. Sobretodo tiene vigor. La franquicia aún no se ha quedado sin jugo.

por The Independent | 3/5

Se trata de un Bond de disparos y golpes, con mucha acción, y pocas respuestas ingeniosas, mucho glamour de exteriores, y poco product placement. Bajo la dirección de Marc Forster, la película es un cucharón de adrenalina en una serie de episodios ensordecedores: persecuciones de coches, aviones estrellados, colisiones de lanchas a motor. Si tiene motor, va propulsado por gasolina, y puede chocar contra otro vehículo similar, con Bond al volante, y preferiblemente con una deliciosa mujer de copiloto, entonces tiene lugar en la película.

Como en Casino Royale, la famosa melodía de John Barry no puede escucharse hasta el final; una decisión desconcertante, pienso, el no utilizar esta música al principio. Bond acaba de conseguir sus galones de 007, cuando enfurece a M, Judi Dench, con su insolencia e insubordinación. En su trabajo de campo, acaba con los agentes enemigos con violencia impactante a base de romper huesos en vez de interrogarlos.

Olga Kurylenko interpreta a Camille, una misteriosa y ardiente figura, que quiere vengarse de los dictadores corruptos de Bolivia que mataron a su familia. La Británica Gemma Arterton interpreta a la Agente Fields; recibe a 007 con una gaabrdina con aparentemente poca ropa bajo ella, como una especie de programa de striptease del MI6. Y ella es el recipiente de su ardor en la suite del hotel de lujo, el quintaesencial habitat de Bond.

Me decepcionó que haya tan poco diálogo, flirteo y caracterización en este Bond: Forster y sus guionistas Paul Haggis, Neal Purvis y Robert Wade pensaron claramente que el parloteo sin sentido debía ser recortado en favor de las explosiones. Bien, quizás es lo que los fans de Bond quieren (aunque no este fan de Bond). También me desconcertó que se hiciera poco con el delicioso villano interpretado por Amalric: especialmente en el encuentro final.

Pero en contra de esto está la genial y cruel presencia de Craig, sus labios perpetuamente semifruncidos, como si saboreara lo asquerosos que son sus adversarios, y la asquerosidad que les ofrece a cambio. Esta película, no como la última, no le muestra en su bañador azul (la imagen menos heterosexual de la historia de 007), pero es una actuación muy física. Quantum of Solace no es tan buena como Casino Royale: la inteligente elegancia del debut del Bond de Craig ha caido en favor de la acción tradicional. Pero el propio hombre impulsa la película; él lleva la película: es una tarea indefiniblemente difícil para un actor. Craig está a la altura de las circunstancias.

por The Guardian | 3/5

Quantum of Solace poco da la sensación de ser una película Bond, con todos los elementos típicos de la franquicia mostrados “a pelo” en un esfuerzo para hacer una aventura aún más “realista”. No hay ni un solo gadget, el enemigo es apagado y sin identidad y, como en Casino Royale, no aparecen Q ni Moneypenny. Lo más decepcionante, es la falta de humor, una calidad vital para humanizar el brutal Bond de Craig. La imagen es violenta y adusta, con un 007 convertido en una especie de matón sin encanto. El argumento empieza una hora después de Casino Royale, con Bond tras la pista de la organización que contrató a su amada Vesper.

Está virtualmente fuera de control, eliminando enemigos por todas partes, incluso, accidentalmente, a un agente secreto británico, un error que no parece causarle ningún resentimiento. La M de Judi Dench intenta tomar las riendas de él y de su venganza. Llevándole desde Haiti a Bolivia, se cruza con el sombrio hombre de negocios Dominic Greene (Mathieu Amalric) quien está planeando dar un golpe de estado en un pais Sudamericano. Greene no es carismático ni peligroso, y el argumento es confuso sin llegar a tener gancho o ser interesante. Poco se ve de Bond y no hay nada en juego en el climax. Los creadores parecen más preocupados por la preocupación de Bond sobre su vida interior mientras intenta descubrir si Vesper le traicionó o no. Francamente, desistí de que me importara (y, pensándolo bien, no podría haber encontrado la respuesta).

En cuanto a las chicas Bond, la alegre Gemma Arterton se malgasta en un breve y redundante papel y la seductora Olga Kurylenko aparece y desaparece de la acción continuamente. Craig de nuevo lo hace bien y es convincente en la mayoría de escenas de acción pero esperas desesperadamente ver en él una sonrisa o que haga alguna broma. Hay una desesperante falta de ingenio en el guión. La acción es rápida y real pero también es demasiado en primer plano. Al contrario que Jason Bourne, Bond sabe quien es así que no tiene sentido intentar convertirle en otra persona. Y por favor, que regrese la diversión.

Por Daily Express

“Este hombre y yo tenemos negocios pendientes” susurra James Bond entre dientes al final de Quantum of Solace. Lo mismo se podría aplicar al actor Daniel Craig, cuya reinterpretacón del legendario espía de Ian Fleming en Casino Royale de 2006 nos dejó preguntándonos hacia dónde se dirigiría la serie a partir de entonces. La respuesta, en la contribución con estilo de Marc Forster a la larga franquicia, está en el escaparate. La persecución por parte de 007 de la misteriosa organización que volvió a la malograda Vesper Lynd en una traidora le llevará a viajar desde las cloacas hasta los tejados de Sienna hasta un árido desierto en Bolivia, a los transitados estreechos del Canal de Panamá y a una elegante casa de la ópera en Austria. Un consumidor de millas aéreas que utiliza Virgin Atlantic, uno de los varios socios promocionales cuyos bienes y servicios se muestran claramente en la película.

Sin embargo, todo esto apenas permite esconder la debilidad central de la 22ª película bond oficial, un guión enrevesado que incluso una mente criminal podría tener problemas en deshacer. Vale, sabemos que tiene algo que ver con Dominic Greene (el actor francés Mathieu Amalric), un empresario que planea hacerse con el control de la reserva de agua de Sudamérica. De lo que no estamos tan seguros es por qué James bond debería perder el tiempo en un adversario con tan poco valor, o qué tiene que ver con el enrevesado título que nadie se ha preocupado de explicar.

Los problemas se complican con Camille (Olga Kurylenko), una belleza que repetidamente se cruza en el camino de Bond y que tiene sus propias razones para perseguir a Greene alrededor del mundo. Glamurosa, llena de recursos y más que capaz de cuidarse a ella misma, esta belleza en busca de venganza podría bien ser un igual de 007 en todos los niveles. ¿Por qué, entonces, no se acuestan? Esta es una de las varias preguntas que quedan en el aire en esta peculiar película sin gracia en el canon de Eon.

Otras incluyen por qué Gemma Arterton tienen tan poco que hacer como contacto del MI6 en Bolivia con Bond, que estaban tomando Jack White y Alicia Keys cuando dieron con la melodía y cuando, si alguna vez sucede, veremos de nuevo a Q y Moneypenny. Al menos la acción está por los aires, el coordinador de especialistas de Bourne, Dan Bradley, presenta una impresionante persecución de coches para la secuencia pre-créditos, una terrorífica batalla aérea y una rompedora secuencia de lanchas juntamente con efectivas y brutales luchas cuerpo a cuerpo.

Craig podría no ser el artículo terminado de James, pero su profunda y algo melancólica interpretación prosigue encontrando nuevas sombras fascinantes en un personaje que seguramente tendrá futuras oportunidades para explorar. Sin embargo, como hiciera Timothy Dalton antes de él, su interpretación del papel automaticamente no permite ese tipo de juego que se ha convertido en una parte vital del maquillaje de las películas de 007. Quantum of Solace presenta emoción, drama, y glamour al estilo Bondiano. ¿Sería mucho pedir, sin embargo, un par o tres de gags? Esta continuación lleva el sello de los genios del caos. Es una pena que la película en general sea deprimente.

Por MSN

‘Quantum of Solace’ es poco más que acción con escaso espacio para el encanto, la comedia o la seducción. Es la película Bond más corta pero con la misma dosis acuática, de aviación y tejados. ¿El resultado? Mucho ruido, poca historia, fantásticos escenarios (aunque no sexo fntástico: la única escena de amor es despiadada, casi perversa y cortada)

Empieza como prosigue: ruidosa, sin descanso, con estilo y superficial. Una brillante toma de helicóptero nos lleva a un lago italiano para encontrar a Bond que serpentea por la carretera llena de curvas, saliendo y entrando en túneles. Parece ser que ha cazado al Sr. White de Jesper Christensen. Esa es la primera motivación para la matanza que tiene lugar en Italia, Haití, Austria y Bolivia: venganza. El segundo motivo aparece pronto: el florecimiento de una organización no detectada con tentáculos (y agentes dobles) en todo el mundo que conectan con Dominic Greene (Mathieu Amalric), un defensor del medio ambiente de quien sospechas que no le importan mucho los icebergs. Amalric es escurridizo y espeluznante; pero su voz chirriante y rara historia no está a la altura de su interpretación.

La presencia de Craig y Dench compensa muchas de las deficiencias de la película. Existe una divertida complicidad entre los dos, mientras Craig lleva la eficiente crueldad de su Bond hasta nuevos y viciosos niveles aunque no esté confortable con el lado más blando del personaje (como parece ser que tampoco lo están ni el director, ni los guionisas, ni los productores,…. Dench tiene éxito interpretando a una recta M, a pesar de dirigir el espionaje internacional mientras está en el baño. ¿Nuestras predicciones, y esperanzas, para el siguiente Bond? Dejádle ser blando. Dejad que haya chistes. Dejad espacio para respirar. Pero quedaros con la fluida combinación de escenarios, la edición y la fotografía: ese trio es la verdadera estrella de la 22ª aventura de Bond.

Por Time Out

Es James Bond, con licencia para aburrir. Quantum of Solace podría ser una secuela de Casino Royale pero carece del garbo y brio de esa película. Con Marc Forster (Monster’s Ball y The Kite Runner) como director y un guión de Paul Haggis, catalogado en estos días como uno de los guionistas más inteligentes de Hollywood, Quantum of Solace debería haber funcionado. En lugar de Bond teenmos un zoquete grosero que simplemente va de pais en pais con la endiablada velocidad de Jason Bourne, incluyendo secuencias en Panamá, Chile, Italia, México y Austria, en un guión que consiste en hacerse con el poder de un país para pedir como rescate su reserva de agua.

Quantum of Solace no tiene ningún comentario ingenioso, irónico ni nada parecido, que ha sido uno de los puntos fuertes de tantas películas de 007. Tiene una canción de apertura poco melódica interpretada por Alicia Keys y Jack White. Tampoco hay sexo, excepto por un flash de dos segundos en que puede verse la espalda desnuda de la Agente Fields, una colega de Bond interpretada por Gemma Arterton. Tampoco hay mucha violencia. Al menos los padres no tendrán los problemas que tuvieron con Casino Royale, especialmente con la escena de la tortura en la que Bond era atado desnudo en una silla y se golpeaban sus partes con una enorme cuerda.

Pero no todo fue aburrido. Hay una terrorífica secuencia de 15 minutos en la que Bond y su compañera Camille (Olga Kurylenko) están escapando de los agentes de un tirano. Están en un antiguo avión perseguidos por montañas por el jet del enemigo. Es la única secuencia que me quedó en la cabeza después de todo. Alrededor de una hora y 40 minutos, es el Bond más corto. De alguna forma se hizo largo.

Por Sunday Times

Lo primero es lo primero, si vas a ver Quantum Of Solace cuando se estrene el 31 de Octubre (fecha para el Reino Unido), lo peor que podrías hacer es ver primero su predecesora, Casino Royale. QOS no hace prisioneros en cuanto a la continuación de la historia de Vesper Lynd, el Sr White y Le Chiffre, y empieza justo una hora después del final de la última película. Eso hacía que me gustara aún más. Esta película Bond es una especie de máquina de matar. Las bromas se mantienen al mínimo en favor de la acción brutal y despiadada que viaja alrededor del mundo desde Londres hasta Haití, desde Suiza a Bolivia mientras que un Daniel Craig intenta localizar sin descanso a los misteriosos tipos malos que mataron a la mujer que amaba.

Entre lo más destacablemente audaz se encuentra una secuencia de alta tensión que tiene como escenario de fondo una ópera, la magistral seducción de Bond de la pija Fields (Gemma Arterton) y, por supuesto, los títulos iniciales al son de «Another Way To Die» de Jack y Alicia a todo volumen.

Mathieu Amalric como Dominic Greene es adecuadamente falso como cualquier otro megalomaníaco, supuestamente basando su actuación en el presidente francés Nicholas Sarkozy, mientras que la seductora Olga Kurylenko como Camille encaja inteligentemente con Bond cuando se trata de ser otro jugador corrupto en busca de venganza. Ambos chisporrotean, haciendo el dueto hombre/mujer del tema principal incluso más relevante.

Con 106 minutos de duración y acción al máximo, sí, incluso más que Bourne, pero con un garbo que se las arregla para llevar a 007 a su herencia de los años 60 mientras que alcanza sus objetivos sin utilizar gadgets ocultos. Bond acorrala a sus enemigos cinemáticos con pelotas del tamaño de un elefante en un caso para la mejor película del superespía.

Por BBC Radio 1

La 22ª película Bond es la más corta hasta la fecha, aunque parece la más larga. Al cabo de una hora, empecé a sentir algo que no había experimentado en una película Bond desde hace años, aburrimiento. Eso es porque el guión tiene poco sentido. Casi no sabemos como o por qué Bond está haciendo lo que hace, o está yendo donde va.

El guión hace tales saltos geográficos y motivacionales que escenas enteras de exposición deberían haber quedado en el suelo de la sala de edición. La película resultante tiene tan poco sentido como su título. Si no nos maravillamos por la habilidad de Bond para extraer la información que necesita, sólo le vemos corriendo, persiguiendo, matando como una máquina, lo cual le quita gran parte de su atractivo.

Daniel Craig se ve genial, y siempre ha sido un gran actor, pero no es capaz de mostrarnos la profundidad que vimos en Casino Royale. En su segunda aparición como 007, se encarga de utilizar su licencia para matar sin vacilar. Tan metido en su venganza está que a su lado Rambo es un gatito. Esa monotonía de insensibilidad puede ser muy moderna, pero es la razón por la que Timothy Dalton nunca funcionó como Bond, le faltaba ingenio y humor. Craig mostró en Casino Royale que puede interpretar comedia, pero se ha perdido sin ayuda en el guión. Los gags han desaparecido, junto con los gadgets. El ingenio y la diversión han abandonado la franquicia.

El incoherente guión muestra a Bond persiguiendo a los asesinos de su traidor amor, Vesper, lo cual le conduce a un general Boliviano que quiere ser dictador, y a un codicioso criminal internacional (Mathieu Amalric, tan memorable como el antihéroe paralizado de The Diving Bell y Butterfly) con pretensiones medioambientales, pero con una agenda secreta. Amalric interpreta a su villano como un pequeño ratón nauseabundo, pero fisicamente no impresiona y tácticamente no es muy hábil. Bond se merece mejores adversarios que este.

La única vez que 007 parece en genuino peligro es cuando M (Judi Dench) se enfada con él y le retira las tarjetas de crédito. Hay dos chicas Bond. Olga Kurylenko, como Camille, y Gemma Arterton, como agente del MI6, ambas se ven muy bien, pero ninguna interpreta un gran personaje. Son olvidables al instante, y el sexo es tan anodino como podrías esperar en una película no recomendada a menores de 12 años. Todo ocurre en una lista de ingredientes que los productores van marcando. ¿Persecución de coches por la montaña de Bond en un Aston Martin? OK. ¿Persecución por tejado? OK. ¿Persecución de lanchas? OK. ¿Chica muerta cubierta de sustancia? OK. La familiaridad con esta lista de la compra podría no importar si las secuencias fueran tan buenas como irritantes son las malas, pero no es así.

El Director Marc Forster puede dirigir actores, como se demostró en Finding Neverland y Monster’s Ball, pero ha sido una mala elección para una película Bond. No tiene olfato para la acción, y comete los mismos pecados vistos en la gran persecución del thriller esta semana, Eagle Eye. Se acerca tanto con la cámara que no sabemos lo que ocurre, por qué, donde o a quien. Como resultado, deja de importarnos. Algunas de las escenas peligrosas siguen siendo impresionantes, y la película funcionará gracias a sus predecesoras. Pero es una gran decepción.

Por Daily Mail

 

 

“Una Dosis de Consuelo”, “Ni un Segundo de respiro” o “El Ultimátum de Bond” cualquiera de estos tres titulo es valido para la nueva aventura de James Bond. Lo que queda claro es que QoS es la confirmación de que Daniel Craig es el heredero del personaje de las noveles de Fleming y que el éxito de “Casino Royale” se consolidara tanto a nivel de critica como de respuesta de los fans y espectadores en el Box Office.
 
Qos no es solo la continuación directa de Casino Royale, ni tampoco es él epilogo de la historia que nos cuentan. Todo apunta a que en la siguiente entrega (Bond 23) ataremos cabos que han quedado sueltos en esta, cosa que suena a música celestial para aquí el que escribe. Parte del éxito seguro de QoS va a ser el guión que se han trabajado Neil Purvis, Roberte Wade y Paul Haggis, que aunque de desarrollo complicado, ya estoy deseando un segundo visionado del film para entender ciertas tramas, encaja perfectamente con las secuencias de acción.
 
Las secuencias de acción no son buenas, son brutales, memorables, verdaderas montañas rusas adrenaliticas, por tierra, mar y aire, perfectamente coreografiadas por el gran Dan Bradley, director de segunda unidad, fichado tras sus grandes trabajos en la saga Bourne y que últimamente ha trabajado también en Spiderman 3 e Indiana Jones IV ni más ni menos.
 
No os quiero destripar nada, pero hay secuencias increíbles, de lo mejor de toda la saga. No perder detalle a la secuencia que se desarrolla en la opera, con un montaje increíble y que recuerda a otras escenas míticas de acción con fondo sonoro de música clásica de películas como “Los Intocables” o “El Padrino”….Y no estoy exagerando, ya me lo comentareis.
 
Los secundarios también están estupendos y nuestra querida M ha cogido un gran protagonismo en esta nueva época. La banda sonora de David Arnold acompaña perfectamente al metraje y echo de menos en el CD de la misma el tema de los títulos de crédito. La canción de Alicia Keys y jack White gana en los titulos iniciales que nos devuelven a los mejores tiempos de Maurice Binder aunque creados por MK12.
 
No os la perdais y aunque el principio echareis de menos cierto aspecto icónico de la saga Bond, esperar al final.
 
A disfrutar señores, 007 ha vuelto como nunca.

Por Jorge MAVERICK

Queridos bondófilos:

Este fin de semana he podido ir de mi ciudad de Barcelona a la de 007, Londres. Aparte de visitar la exposición «For your eyes only», sobre Fleming y Bond (más sobre Fleming que sobre Bond), he podido ver «Quantum of solace» en el Odeon de Leicester Square, el mismo donde se hizo la «première». Ahí van mis impresiones –como todas, pues, subjetivas–, que no quieren ser una crónica exhaustiva de la película. Intentaré evitar aguar la fiesta: es decir, que no «desvelaré» sorpresas del guión; aviso que mi inglés es de aeropuerto, y que por lo tanto espero al estreno en Barcelona para «entender» los detalles del guión.

LONDRES, «CIUDAD BOND»
Estos días, pasear por Londres es encontrarse con Bond. Hay muchos autobuses de dos pisos con el cartel de la película (de los más feos y austeros de la saga, en mi opinión), con Craig y la Kurylenko por el desierto. También han hecho carteles sólo con Bond; y vi uno sólo con la Arterton, por lo que supongo que habrá otros con sólo la Kurylenko.

«SOLD OUT»
Este sábado 1 y domingo 2 de noviembre he podido comprobar que muchas sesiones colgaban el cartelito de «sold out», así que las taquillas han llenado las cajas registradoras.

LA PELÍCULA
Antes de la película pasaron varios «anuncios Bond»: el de Sony-Ericsson y el de Omega, como mínimo.

1. Teaser
Y empieza el film. Ya os adelanto que, para mi, es decepcionante, más en la línea de la fallida «Licence to kill» que de la excelente «Casino Royale» –¿habrá una «maldición de la segunda película»?
La cosa empieza, como sabéis, con la persecución de coches por Italia. El Aston Martin es perseguido por dos Alfa Romeo. No sé cuantos minutos dura, pero se hace corta. Es una secuencia sincopada. El problema es que no consigues «ver» qué está pasando, dónde está cada coche, no te da tiempo a disfrutar de la acción. Quedas aturdido. La intención quizá era que el espectador «sintiera» que está dentro de la persecución, y eso quizá la consiguen –a costa, por cierto, de perforarte los tímpanos–, pero yo en una película quiero «ver», no simular que «vivo» la acción: para eso ya están los juegos de la Play, ¿no? (y hablo desde la ignorancia: no pertenezco a la generación Play ni he entrado en ella). Total: planos cortos, muy cercanos, sólo alguna –breve– vista aérea. Nada que ver con el «teaser» de «The spy who loved me» o «The living daylights», que te dejaban «disfrutar» de la acción visualmente (¿no es eso el cine? ¿Lo era?).

2. Créditos
Tenía la esperanza de que en el cine la canción de Keys i White sonara espectacular… pero no. Los créditos son modernos, simples –no es una crítica, quiero decir que no son cargados–, de línea clara, con Bond apareciendo por ellos –a la manera de «Casino Royale». Las letras –si no me equivoco– de una fuente próxima a la Arial. (Hablando de letras: para situar la acción, en «QoS» utilizan tipos de letra diferente para cada país: cursiva para Italia, tipo western para Bolivia… No me acabó de convencer: le quita seriedad al tema.)

3. Siena
Como sabéis, la cosa empieza con el interrogatorio al Sr. White -excelente Jesper Christensen–. Por cierto: ahí hay un fallo de continuidad que se podrá sumar al del coche sobre dos ruedas en Las Vegas en «Diamonds are forever»: Craig, vaso de whiskey en mano, con americana y sin corbata, en un plano tiene el cuello de la camisa de lado derecho dentro de la americana, luego fuera e, inmediatamente después, dentro. Parece increíble que aún pasen estas cosas y en cintas tan caras…
La persecución por los tejados de Siena tiene, para mí, el mismo problema que la de los coches: planos demasiado cortos, rápidos… no te acabas de enterar de qué está pasando. Además, sucede pocos minutos después de la de los coches: dos secuencias ruidosas demasiado juntas. De hecho, la cinta tiene -como ya sabíamos-mucha acción; para mí, demasiada: fijaos si tiene acción que en el film se hacen elipsis de cómo deja KO Bond a los adversarios -algo inédito en la saga, ¿no?–: ellos mismos debieron ver que había demasiadas peleas por minuto…

4. Personajes
Dominic Green: será uno de los malos que no pasarán a la historia. Físicamente es escaso y, sin embargo, lo enfrentan cuerpo a cuerpo con la máquina de matar Bond. Un personaje que suponemos tan poderoso debería estar rodeado de guardaespaldas, y no. En la tradición Bond, los malos que no eran físicamente potentes, nunca entraban en un cuerpo a cuerpo con Bond –Hugo Drax, Blofeld, Stromberg–. Puede resultar patético ver a Dominic Green con un hacha en la mano…
Camille: tampoco esta chica Bond pasará a la historia para mi gusto… No llena la pantalla, y parece más sacada de una cinta de Tarantino que de una de Bond. Su última secuencia recuerda un western… Su contacto físico con Bond se limita a un beso. De hecho, el Craig de «QoS» es más casto que el Dalton de «The living daylights»: sólo tiene una relación, con la agente Fields –atención: elipsis de las aproximaciones… sólo vemos los besos en la espalda de ella. Desde el punto de vista de guión, los motivos de su venganza responden a un topicazo; la fuerza de su mirada, nada que ver con la de Carole Bouquet en «For your eyes only»…
Elvis: ni a malo llega. No sé a qué viene su presencia; es un simple comparsa; no esperéis verlo enfrentado a Bond.
Fields: una chica Bond más. La escena de ella en la cama bañada de petróleo la mitificaremos porqué nos envía a «Goldfinger», pero por ella misma no tiene ninguna fuerza.
Medrano: un malo «paleto» que empequeñece la función. Como sabemos, como más magníficos son los villanos, más crece Bond. Este general resulta grotesco y transmite poco peligro.

5. Ópera
La escena de la ópera es de las mejores. Ahí encontramos al Bond que me gusta: el que mete en jaque a los malos con habilidad, colándose donde ni se le espera ni se espera que pueda colarse nadie. El que, sin un disparo, consigue información vital para el servicio secreto de Su Majestad.

6. Guiños
Aparte del guiño a «Goldfinger» con Fields tendida muerta en la cama, en mi opinión hay otra secuencia que nos envía a «The spy who loved me», aquella en que Moore se deshace del matón compañero de Tiburón desde un tejado, negándole la corbata como escasa sujeción…
Al principio del film, después de los créditos, la música recuerda a «On her majesty’s secret service».
El avión con hélices recuerda a las secuencias de acción de Indiana Jones… De hecho, en «QoS» Craig tiene más de Jones que de Bond: se pasa casi toda la película magullado y arenoso.
Si el Bond de «Casino Royale» daba calor a Vesper en la ducha acurrucándose junto a ella, el de «QoS» a Camille… le deja la chaqueta.
Finalmente, tenemos una caída libre a lo «Moonraker»…

7. Clímax
Nada que ver con el de «Casino Royale» en Venecia. El palazzo desmoronándose fue espectacular y original, se escapaba de la trillada destrucción de la morada del villano. En este caso, volvemos a la destrucción de la «morada» del villano. Una destrucción que, por cierto, no veo a qué viene: una explosión de un coche hace explotar todo el complejo del hotel… salvo que se me escapara que en inglés dijeran que estaba cargado de nitroglicerina o algo por el estilo… Fuego y más fuego… Un exceso más en una cinta llena de excesos. Por cierto: en medio de los excesos y de las escenas rápidas que no dejan reposar el ojo para saber qué le enseñan, Foster ha encontrado tiempo para enseñarnos detenidamente una fuente que deja de gotear y varios planos de supuestos bolivianos en plan «documental antropológico»: en mi opinión, un despropósito.

8. Final
El final de la cinta, para mí es lo mejorcito de «QoS». Recuperamos un Bond que domina una situación sin necesidad de dar cien puñetazos, clavar treinta puñales y disparar cien veces. Un Bond peligroso pero no mamporrero; como el de «Casino Royale» en Praga. Puede ser una esperanza, porqué naturalmente los bondófilos seguiremos yendo al cine a ver a Bond… Bueno, en mi caso, a buscarle… que en esta cinta lo encontré en momentos contados…
Esta escena, junto con la idea de la organización Quantum y la de la ópera, son lo que se salva de una cinta que considero fallida. Craig puede ser un gran Bond: en «Casino Royale» lo fue, y en esta lo es, pero es a pesar de un guión y una realización desacertados.

9. Gunbarrel
Y finalmente, al final de la película, ¡el gunbarrel! Lo vi a medias, amigos: los espectadores de Odeon Leicester de Londres se levantaron con el fundido en negro, ¡y me taparon la imagen! En todo caso, puedo decir que es el «clásico» gunbarrel…

En fin: me dejo mil cosas en el tintero, pero ahí tenéis las impresiones de este «enviado especial» para Archivo 007. Una segunda visión de «Quantum of solace» quizás modificarán mi perspectiva. En cualquier caso, cada uno tendrá la suya.

por Bond-BCN

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No veo razón ninguna para calificar a Quantum of Solace como una mala película. Recientemente vi la película, y la película es puro suspenso y adrenalina.

Esta película es la que más acción tiene de toda la saga. Esta película, lejos de descalificar a Daniel Craig, nos confirma lo acertado de su elección. Tal y como yo suponía, la película sería mucho menos dramática (obvio si se piensa que esta película mostraría el lado más pasional de James Bond y no el romántico como en Casino Royale), pero excede a Casino Royale en cuanto escenas de acción. Las escenas de acción son muy variadas, y eso hace que la película sea entretenida y llena de tensión.

No todo, sin embargo, son cosas buenas. La trama de la película corre demasiado acelerada; tanto que uno no tiene la oportunidad de poder apreciar con más detenimiento las estupendas escenas de acción. Además, se desatendió la adecuada evolución del personaje: no nos queda muy claro cómo James Bond madura de un agente vengativo al agente profesional que todos conocemos.

Para terminar, al final de la película Quantum of Solace aparece el que seguramente será el gunbarrel de Daniel Craig como James Bond. Daniel Craig logró nuevamente (como en Casino Royale) darle al personaje de James Bond un toque humano y realista, a la vez que nos lo muestra como toda una máquina asesina e implacable.

En mi opinión personal, Daniel Craig hizo muy buen papel, y le recomendaría hacer hasta 4 películas más de James Bond. Sin duda, Quantum of Solace es la película con más acción de toda la saga de James Bond, una película excitante, de la cual uno no querrá despegar la vista.

por Roberto Javier Rodríguez Santiago

 
Quantum of Solace (Parte 1) | Bond obtiene su documento de identidad

De lo general a lo particular

Después de dos semanas leyendo las más variadas y dispares críticas acerca de la nueva película Bond “Quantum of Solace”, por estos días pude por fin analizarla con ojos propios.
 

Como me gusta en general escribir, en particular hablar de cine y en lo específico sumergirme en el Mundo Bond, aviso que la extensión de la crítica será notable. Trataré de abordarla de una manera ordenada en lo posible, pero no puedo prometer nada. Quienes son consumidos por algún tipo de pasión saben que una vez lanzados a su ruedo las cosas terminan saliendo más de panza que por razón. Así que a disfrutar más y a pensar menos; hemos esperado tanto este estreno (y lo que habrá que dejar pasar hasta el siguiente) que solo dejaré de escribir cuando me sienta satisfecho. Espero que ustedes disfruten tanto como yo de hablar del tema que más nos gusta: del buen Bond, James Bond.
 
En líneas generales, mi opinión respecto al filme está repartida respecto de las críticas que he leído. Digamos que en un cincuenta por ciento estoy de acuerdo con lo que elogian y con lo que critican y en el otro cincuenta no. Me dí cuenta además, que ésta película no me generó el mismo efecto que las demás, las que religiosamente he presenciado en el día de su estreno o lo más cerca posible de él. Esto no significa que no haya sido de mi agrado. Lo fue, absolutamente. Aunque reconozca que me llegó diferente a partir de ser conciente de que algo está cambiando en el Mundo Bond.
Decididamente estamos frente a la mutación más importante en la historia de la saga y eso no es gratis ni fácil, sobre todo si aún en el cambio se quiere seguir siendo fiel a ciertos códigos.
 
Como debe ser, en todo proceso que se precie de serio, para hacer el paso prolijo e indoloro la cosa debe ir por etapas. Hasta ahora, las vueltas de tuerca dadas en éste, son correctas, justas. Y coincido con los productores cuando hablan de tomarse su tiempo para pensar y arrancar con Bond 23 dentro de unos meses. De seguro alcanzarán a llegar bien de tiempo para volver por los fueros en noviembre de 2010; pero con calma.
 
Además habrá que ver varias veces “Quantum” para terminar de digerir el nuevo aspecto, el nuevo formato en el que ahora (y a partir de “Casino”) vamos a consumir el Mundo Bond y a su Primer Ciudadano. Así que a ajustarse los cinturones que el tren arranca. Y este no es el Expreso de Oriente. Empezaremos a descender en espiral para primero poder observar el conjunto y luego prestar atención a los detalles.

Lo general

Sin poder con mi genio, el primer análisis del filme lo empecé a hacer ni bien inicié el camino de regreso a casa. Me plantee un rápido ping-pong de preguntas y respuestas a fin de ver que era lo primero que me venía a la mente, que me surgía; que opiniones instantáneas, viscerales, aparecían sin el filtro de racionalidad y lógica que vendría después. Y salieron éstas:
 
¿Me gustó la película?
SI.
¿Me conformó?
SI.
¿Cuál fue la primera impresión al terminar de verla?
Tuve que recordarme en algunos momentos que estaba viendo un filme Bond.
¿Volvería a verla?
Obvio, varias veces.
¿Qué suma más, puntos flojos o fuertes?
Fuertes. A favor de hacer más sólida la historia de fondo. El traspaso. Bond cambia de manos y la transición se está haciendo de manera adecuada, firme.
¿Cuántos puntos flojos o críticas puntuales tengo para señalar?
Tres o cuatro, a primera vista y en el primer vistazo, en lo grueso.
¿Craig?
Bien. Deberá dejar de ser tan estático en lo gestual. Para la primera estuvo bien. Para la segunda, es suficiente. Un poco más de expresividad demostrará que está vivo. De lo contrario Bond quedará solo en una máscara sin personalidad detrás, sin vida.
¿Villano?
Neutro. Parece despegar en algún momento, pero no termina de hacerlo. Hasta me cuesta recordar su nombre.
¿El matón del villano?
NO EXISTE. ¿Qué quisieron proponer con ese payaso? Una falta de respeto. De él sí, ni registré su nombre.
¿La chica Bond?
Camille no suma ni resta. No le alcanza el mohín o la mirada gatuna. A más de estas laderas, más grande se hacen Ursula, Bárbara o Pussy.
Fields me resultó interesante, lástima que dura lo que un suspiro. Ahí había tela para cortar.
¿La historia?
Bien. Si dejaran la cámara un poco más quieta y fueran menos ambiciosos al momento de retorcer el guión, todo se disfrutaría más. Para quien conoce el universo Bond, en un punto hay que recordar tras qué vamos. Imagínense lo que ocurre con el que se inicia.
 
Esto es lo general, ahora viene el plato principal. El desmenuce de la película.
 

Quantum of Solace (Parte 2) | Lo particular

Comencé diciendo que coincidía en parte con las críticas que he tenido oportunidad de leer; y en otra parte no. Creo que el tema de fondo que habría que discutir acerca de “Quantum” es que, como dije antes, a mi juicio se trata de una transición. Y como tal, ahora estamos a mitad de camino. Habrá que esperar a la tercera entrega a cargo de Craig para ver a dónde llegamos.
 
Si “Casino” fue el inicio de un viaje que nos llevaba a presentarnos a este tal señor Bond, tipo oscuro, parco y anónimo si los hay, “Quantum” es la travesía misma, atravesar el océano desconocido sin saber con que nos vamos a encontrar del otro lado.  “Quantum” es el durante, el viaje en sí, la epopeya del héroe.
 
Por ahora solo podemos imaginar, hacer conjeturas sobre que hallaremos en el después. Entonces debemos entender, más aún prestando atención al planteo que se hace de la organización que Bond descubre a lo largo de la trama, que es necesaria una tercera parte para cerrar esta trilogía de reinicio y acomodamiento para luego sí, con bombos y platillos entrar de lleno a disfrutar del nuevo Bond, modelo Siglo 21, que se está preparando.
 
Fijarse solo en un detalle para abonar lo dicho: En “Casino” no hay gun barrel. En “Quantum” lo entregan de regalo, como broche de oro ¿Nos están avisando que será la tercera la que abra a la vieja usanza y a partir de allí todo será como era entonces?
En algo estamos volviendo. La P-99, el modelo de Walther que Bond adoptó sobre el final de “El Mañana Nunca Muere”, desapareció para volver a darle su lugar a la legendaria PPK 7.65 de los filmes de siempre.
 
Insisto en marcar que lo más interesante de la refundación de este gran negocio que es Bond, está en la inteligencia con que sus dueños lo llevan y manejan.

JB – Ese viejo nuevo conocido

 
Si quien lee no ha visto la película y quiere mantener el suspenso, no lea a partir de aquí. No me gustan los que escatiman detalles a la hora de contar, por lo cual voy a ser lo más explicito posible sin omitir nada de lo que recuerde. En consecuencia, si su elección es sorprenderse frente a la pantalla le recomiendo que vuelva en unos días cuando podamos cotejar opiniones. Por lo pronto, pienso tirar sobre esta pantalla todo lo que pude traerme del cine.
 
Si “Casino” arrancaba con una presentación fuerte para introducir al nuevo Bond, “Quantum” no le va a la saga. Es más: redobla la apuesta. Y aquí va el primero de los pocos puntos de desacuerdo que tengo con el filme y de acuerdo con ciertas críticas. Sr. Director: Mueva menos la cámara.
 
Entiendo que en la moda de “seguir el camino de” o “hacer las cosas cómo” la tendencia es repetir experiencias que dieron resultado antes. También comprendo que debemos adecuarnos a ciertas convenciones de la época o el tiempo en el que un trabajo es realizado (Bourne hizo olas y dejo huellas ¿no?)
Pero también hay reglas no escritas que dicen que deben respetarse ciertas prioridades y convenciones en el cine. Y en el cine la prioridad es ver, no sentir.
Si me llevan en una carrera demencial, sea por donde sea, seguramente correré el riesgo de no ver nada, a cambio de “sentir” ¿sentir qué? “La sensación de estar dentro de la acción” dicen los más avispados. Mentira. Miren “Bullit” con Steve Moqueen y discutamos después cómo y desde dónde se aprecia mejor la perspectiva de lo que quiero mostrar.
 
Lo único que te queda cuando la cámara se mueve como si la hubiesen metido en una caja y tirado por la pendiente de un barranco, es un dolor de cabeza que te lo encargo. Porque lo que hizo el director durante los primeros minutos, fue bombardearme con algo que no entendí, que solo atiné a percibir, a captar por fotos, borrosas la mayoría, y de lo cual me perdí un trabajo magnífico de montaje, edición, fotografía y pericia técnica de quienes conducían los vehículos. A mí, en particular, no me interesa “ir dentro del auto”. Me interesa y basta con verlo desde afuera y abarcar. Disfrutarlo.
 
En contraposición, y para no cargar las tintas sobre el tema, la imagen inmediatamente anterior, la vista a vuelo de pájaro aproximándose al túnel sobre la superficie del lago, me pareció de una belleza exquisita. Esos son los planos para los que está puesta la monumental pantalla de un cine.
 
Para admirar la expresión de los ojos del actor y detectar el tic que me indica un cambio en su estado de ánimo o de atención, está la pantalla del televisor. Muchachos (esto va dirigido a quienes filman) dejemos de usar la camarita para montarnos en el hombro del actor y ver la película desde allí, o pasará lo que tantas veces con enfoques revolucionarios en la historia del cine: nos aburrirá, lo detestaremos y dejaremos de usar el recurso en las ocasiones que sí lo ameriten.
 
Volviendo a lo que nos ocupa…, la apertura es soberbia (a excepción de lo mencionado) y en conjunción con el montaje, la edición y la banda de sonido, creo que estamos ante un momento del filme que quedará en el archivo Bond como un “clásico”. Si “La Espía” tenía a Bond saltando en esquís desde un pico elevado, si “Octopussy” aportó lo suyo con un jet saliendo de un falso caballo y “Goldfinger” amenazó con cortar en dos a Connery con un láser por sus partes pudendas, “Quantum” entonces tiene para aportar a esa exigente galería dos momentos que son de excelencia.
Uno, la apertura con persecución de los Alfa y el Aston Martin. Dos, la aparición de Mitchell y la carrera por los tejados, con lucha en los andamios incluida.
 
Los títulos me parecieron prolijos, cuidados, sobrios, pero para mi gusto le faltó a ese pase la acción y el despliegue de imaginación que mostró la presentación de “Casino”. Creo que aquella supo expresar más el lenguaje Bond que ésta. Las imágenes de las siluetas peleando y explotando en mil partes cuando eran heridas de muerte me parecieron geniales. Las animaciones de Bond corriendo y disparando; asociar los tréboles a balas y montar toda una representación de lucha y persecución a través de las siluetas que semejaban imágenes salidas de naipes, me resultaron mucho más interesante que las clásicas chicas desnudas balanceando los pechos al compás de la banda de sonido de las películas de antaño. Pero bueno, la modernidad marca tendencia y hay que seguir ajustándose a necesidad. Hasta acá: Aprobado.
 
Quantum of Solace (Parte 3) | Entremos en acción
 
Después de la secuencia pre títulos y la presentación, el paneo de Bond entrando en Siena fue un solaz. De haber dependido de mí, la mayoría del filme hubiese transcurrido en Italia. Los productores deberían pensar en ambientar allí una historia de Bond, aprovechando paisajes y geografía de ensueño. No sé si en acción completa; tal vez no toda, pero sí en parte importante. De la misma forma que supieron aprovechar lo que ofrecía Grecia en “Solo Para Sus Ojos” ¿porqué no probar con Italia?
 
Primer punto alto en el discurrir de la historia, como cité con anterioridad: la aparición de Mitchell. Si la persecución de los autos era vertiginosa pero válida como recurso para introducirnos en tema, el tiroteo previo y la posterior lucha en la capilla en refacción compensa la crítica y nos regala algo a lo que los directores y los guionistas nos desacostumbraron: La Sorpresa.
 
Mitchell me tomó por sorpresa. Totalmente. Y es difícil hoy por hoy que el espectador se quede azorado por una vuelta de guión. Los golpes de efecto ya no me provocan nada. Me causa gracia ver un filme de la mano con mi esposa y sentir como la de ella salta y se crispa cuando algo aparece de golpe, mientras la mía queda tan muerta como un pescado frío.
 
Son las vueltas inteligentes que se le dan al guión, a la historia, lo que me gusta que me sorprenda, lo que me sacude en el sillón. Y aquí hay que anotarles un punto importante a los guionistas.
 
La carrera por los tejados me pareció interesante, corre aquí lo mismo que para la persecución del comienzo. No voy a redundar. Una vez salvadas esas premisas, también me resultó soberbia. Buen ritmo. Una solución de continuidad al planteo de la sorpresa (con la que arranca esa parte) que demuestra que cuando uno trabaja a conciencia las buenas ideas fluyen, aparecen. En este sentido me pareció un punto muy alto (este será de seguro otro pase que quedará como clásico) el momento de la acción violenta tras el discurso de Mr. White, que determina la continuidad de la acción a velocidad infernal, cambiando de escenarios, llevando a los personajes de un lugar a otro en la persecución sin perder el hilo que hilvana las escenas en ningún momento.
El vértigo bien entendido lleva a que el espectador disfrute una píldora usual en las películas de Bond que se rescataron a partir de Brosnan: un Bond físico, de acción, que pone el cuerpo y te corre hasta debajo de la cama si es necesario.
 
La escena en el campanario y la caída sobre los andamios son las marcas en el orillo que le otorgan a “Quantum” la acreditación de “Filme Bond Legítimo” Espectacularidad, despliegue, acción inteligente, creíble. Esta es una muestra de qué velocidad debe mantener la cámara para transmitir vértigo sin perder enfoque ni visión. El espectador puede ser zamarreado de lado a lado sin perder de vista lo que está pasando. Lástima que dura poco.
 
A partir de este punto, el planteo de la trama, interesante muy bien encuadrado en la actualidad, comienza a mostrarse como complejo e inteligente a la vez. Aunque poco después se cometa el error de complicarlo sin sentido. Y aquí entra de nuevo el tema de la velocidad y las críticas con las que acuerdo: en el afán de poner vértigo se obviaron los momentos de calma en los cuales, por norma, el guión y los diálogos inteligentes nos cuentan de que va la historia. Al faltar esto y querer reemplazarlo todo con actos, con acción, el problema que aparece es la confusión.
 
A estas alturas del filme, el espectador llega a un punto en el que olvida cual es el verdadero objetivo que mueve a Bond
¿Es su venganza por la muerte de Vesper? ¿Responder al atentado para M? o ¿Detener al escurridizo Greene?
La idea base que los guionistas quieren mostrar se entiende e introduce un concepto que remite a las amenazas que asomaban en tempranas películas como “Thunderball”, “Desde Rusia con Amor” o “Solo Se Vive Dos Veces”.
 
Hay una amenaza concreta muy adecuada a los tiempos que corren. Una amenaza que se presenta con un pervertido concepto de globalidad de la cual, aparentemente, nadie está fuera ni a salvo. El discurso de Greene, en el avión que comparte con los americanos, es una prueba concisa. Habla de Sudamérica con un contexto de realidad, con una falta de respeto tan enorme por la libertad de elección de los pueblos, que eriza la piel.
 
El buen hombre tras el cual Bond va se llama Dominic Greene y poco a poco va quedando de manifiesto lo artero y peligroso de su discurrir. Negocia, compra, vende, traiciona, mata y pacta con quien quiere, lo que quiere y cómo quiere.
Su concepto de Venezuela y Ecuador acerca de sus bienes territoriales, el uso que se le puede dar y lo inestable de su equilibrio respecto a la pertenencia de los mismos, es descarnado. Cualquier parecido con la realidad es absolutamente cierto.
 
Lo que la organización de la cual Greene es parte plantea, también es pavorosamente real y cierto. Aquí nadie tiene delirios megalómanos de poder y supremacía como en filmes anteriores. Aquí solo se trata de negocios. “It´s just business” diría un americano. Y es así, tal cual. Por eso a partir de allí todo vale. ¿Porqué no hablar con Greene si él tiene lo que nosotros necesitamos? Muy real. Muy de esta época. Y Bond empieza a entender cada vez menos. Entonces se pone nervioso y empieza a hacer lo que mejor sabe. Darle de comer a los funerarios.
Quantum of Solace (Parte 4) | Lanzándose por la Montaña Rusa
Bond empieza a caminar el mundo, o parte de él, a partir de un dato que lo lleva de Siena a Puerto Príncipe, previo paso breve por Londres. En Haití va al encuentro de alguien al que mata al cabo de una breve y violenta lucha. No tuve tiempo de enterarme ni quien era, ni que hacía, ni que rol jugaba dentro de la historia. Bond me lo despachó demasiado rápido.
 
Acto seguido, y sin que nadie la llame, una morochita con cara de pocos amigos, ojitos claros y poca ropa, aparece dándole ordenes a Bond. “Súbete” le dice desde el interior de un Ford Ka que parece salido de un zoológico, con ese dibujo tipo huella de garra en la parte trasera.
 
De acá en más, salvo transitar por el acto de redactar una sinopsis, es mejor hablar de las partes salientes, las altas y las bajas, y buscar elogios y críticas para hacer en lugar de caer en el aburrido trámite de la crítica convencional.
 
La persecución en lanchas me pareció bien lograda aunque a mí en particular no me atraigan. Prefiero ver luchas bien coreografiadas o persecuciones a pié. Los cambios de escenario tan veloces me dieron la impresión de no existir el tiempo entre ellos; como si para viajar de Haití a Austria, el recorrido durara lo que tarda la cámara en cambiar de secuencia. Bond viaja en esta cinta de país en país como quien hace combinaciones de subte. Baja de una camioneta para subir a un avión, para bajar de él y abordar un auto que lo depositará fresco y al mismo tiempo que quien salió antes que él, como si los efectos de jet lag no existieran. Lo mismo podríamos decir de los personajes que después de salir de mugrosos almacenes portuarios (Greene y su lacayo) abordan un avión y pasando por el toilette se ven muy presentables, para luego llegar a la opera espléndidos después de ¿Cuánto? ¿Mínimo ocho o diez horas de avión? Otra duda temporal que me quedó ¿Cómo hacen para embarcarse al otro lado del mundo y llegar justo a destino para el comienzo de la opera? ¿Hicieron escala en algún lado? ¿Pasaron por el hotel para cambiarse? Viajaron sin equipaje, así que mejor no nos metamos en el detalle de cómo viajar con lo puesto. Pero bueno, a Bond todo se le perdona.
 
Sin dudas coincido en que la parte que se juega alrededor del escenario de Tosca es notable. Bond logra a base de observación e inteligencia hacerse de lo necesario para participar de una ingeniosa conferencia. Luego, en una escena montada al estilo del final de “El Padrino 3” (cuando la hija de Michael muere en la escalera y, antes, los que deben ser ajusticiados sufren su destino al son de la música) Bond escapa por los pelos de un momento difícil, cuando con imágenes y música de la pieza corre por su vida mientras se tirotean sin piedad a través de un coqueto restaurante y su cocina. El manejo de la cámara, la contraposición de lo violento de la imagen y lo visceral de la música y la acción cambiada de velocidad en ciertos tramos, le otorgan al momento un dramatismo y una gravedad notable. Este es otro punto muy diferente a otras situaciones similares vistas durante la saga. También aquí parecen los productores dar una vuelta de tuerca y reafirmar que esta vez van más en serio.
 
A raíz de un pasaje de esta parte, recuerdo ahora los comentarios acerca de las citas a otros filmes u homenajes que “Quantum” plantea. En este tramo de acción, Bond permite que quien lo persigue caiga de lo alto de un techo, retirándole su sostén. Lo mismo hizo Roger Moore con Sandor, el compañero de Jaws, en Egipto cuando después de matar a la amante de Fekkesh terminan luchando en los techos de la casa y puesto al filo de los mismos, trata de no caerse agarrado de la corbata de Bond. Displicentemente, éste de un golpe la rompe y el esbirro cae al vacío. De la misma manera, la persecución de lanchas podría emular a la de “Vivir y Dejar Morir” y, obviamente, el hallazgo de Fields en la cama donde antes tuvieron sexo con Bond haciendo referencia al final de Shirley Eaton en “Goldfinger”. Pero salvo este último punto, soy más propenso a creer que ya los clichés se acabaron y solo resta repetirse a sí mismo ¿Qué vamos a descubrir de nuevo en el género? Puede haber escenas mejor o peor filmadas, con más o menos ritmo, más apagadas o con mayor brillo, pero originales, diferentes, no vistas con anterioridad… Imposible.
 
Alejados del glamour de la opera en Viena el derrotero lleva a Bond a Bolivia, previa parada en el privilegiado retiro de Mathis, quien en apariencia gracias a la picana que le suministraran gentilmente los británicos en “Casino”, ha podido instalarse en una tosca pero bellísima villa en las orillas del mar, en Talamone, Italia.
 
Decía que a la llegada a Bolivia comienza el principio del fin para toda esta intriga montada hasta aquí y que se vino complejizando de manera seria. Bond se instala en un hotel lo más acorde posible a su imagen (luego de un traspié de su enlace de la embajada) se da un tiempo de placer (creo que el más breve en toda la historia de la saga) es invitado a una fiesta y en lo que dura un suspiro pasa del cielo al infierno cuando una seguidilla vertiginosa de alianzas, traiciones y cambios de suerte repentinos en el póquer que todos están jugando lo ponen en jaque nuevamente.
En la sucesión de cosas que pasan de aquí al final (y haciendo constar que se trata de la película de menor duración de la saga) Bond estará a punto de morir a manos de la Policía Boliviana, pilotará un antiguo DC-3, saltará sin paracaídas para no morir acribillado, caminará por el desierto (en otro guiño a la escena de Moore / Bach en “La Espía…”), conocerá la intimidad de cómo viven los coyas y escapará de sus propios colegas para dar por terminadas dos cuestiones pendientes que trae a la saga: Descubrir si su amante le traicionó y pararle los pies al inquieto de Greene en su afán de negociar recursos con Dios y María Santísima.
 
Por último, el final va acorde con lo clásico. Bien. En general bien. Cerramos respetando la tradición; y obviamente que dentro de este cierre no puede faltar la vuelta de tuerca necesaria para reafirmar que éste Bond es un verdadero bastardo mal nacido, cuando se encarga del maldito Sr. Greene.
 
Algo que me llamó la atención sobre el final (y en tren de seguirles la corriente a aquellos que insisten en emparentar a Bond con Bourne) es que 007 tenga que viajar a Rusia para cerrar historias, escuchar explicaciones y atar cabos para que nada quede suelto. Justo igual que Bourne. Mismo lugar, parecidas situaciones ¿desafortunada coincidencia? Muchachos, hay tantos lugares en el mundo para encontrarse…
Creo que una de las últimas frases de Bond, antes de despedirse hasta la próxima vez, puede quedar como broche para esta etapa de transición. “Este hombre y yo tenemos algunos asuntos pendientes” le susurra a la hermosa canadiense que acompaña al hombre que está frente a la boca negra de la Walther, sostenida por una mano elegantemente enguantada.
 
Bond no deja nada colgado; salvo a alguien que lo haya mirado mal u osado meterse con su anatomía. Por eso podemos estar tranquilos que estando los hombres que integran Quantum dando vueltas por el mundo, deberá volver a plantarles cara para saber si será posible combatirlos y desterrarlos o, como dijo Mr. White al principio, terminará por descubrir muy a su pesar que lleva años trabajando para ellos.
Por Marcelo Branda 

Acabo de ver esta película, y en verdad es de las mejores que he visto, aqui un pequeño análisis que hice para un foro:

Muy buena esta película, a mi parecer, esta a la altura de Casino Royale.
Contiene muchas escenas de accion, lo malo, es esa ***** camara que siempre se esta moviendo, hasta cuando Bond camina tranquilamente la camara «brinca».

el general Medrano es de esos tipos que parecen amables…y son amables, pero en el fondo son realmente horribles.

Greene es en definicion, el villano moderno, se oculta en un aire de bondad y buenas obras, tiene a todos en su mano y es realmente inteligente, tiene carisma y nunca lo imaginarias como un villano, pero ese es el problema, no te das cuenta de sus verdaderos planes ya casi al final de la pelicula.

Camille es una mujer llena de odio y prejuicios, peor que Bond, realmente tiene un deseo de venganza, de hceho, esa es su unica motivacion.

Fileds, yo no estoy de acuerdo que su personaje haya sido «solo de relleno», para el homenaje a la tercera pelicula de Connery, la senti mas bien como un elemento «inocente», como le explica M a Bond, ella no tenia que haberse mezclado, Bond, tras enterarse de eso, se siente culpable (algo asi como Paris en TND)
Mathis, uno creeria que el seria uno de los enemigos, pero logra reinvindicarse de forma magnifica y llega ser para Bond casi un verdadero amigo y aliado.

Felix Leiter, el opuesto de Bond, sus superiores hacen cosas que no le parecen, cosas que ya ni siquiera son eticamente cuestionables, sino malas en si, pero el, como un buen patriota, no puede hacer otra cosa mas que servir al Tio Sam, vive en un dilema y no tiene de otra mas que seguir con el juego, pero tiene un aliado, y su nombre es Bond….James Bond.

M, aqui toma el rol de «madre» del 007, sabe diferenciar el camino del bien y del mal, pero vive igual que Leiter, Greene controla todo y a todos, incluyendo a sus superiores, su nuevo hombre, 007, lo busca la CIA, lo busca Greene, inclusive un ministro lo acusa de traicion, pero ella es la unica que aun confia en el.

Tanner, la inclusion de este personaje no pudo ser mas que acertada, realmente un apoyo tanto para M como para el propio Bond, es un poco inexperto, pero llogra demostrar que tiene tdo un potencial por explotar

James Bond
la piedra angular de la pelicula, confundido por la traicion de Vesper y agobiado por el sentimient de venganza, enfoca su ira en la organizacion que trato de matar a M.
No duerme, y solo piensa en hacer pagar al culpable, no interroga, si alguien trata de dañarlo, termina matandolo.
No es feliz, pero no sabe como sentirse, cuando esta con Mathis lo refleja: bebe un «vesper» pero no se atreve a decirlo, oculta sus sentimientos, sufre.
Todo lo que toca perece, sea enemigo o amigo, de ahi la segunda frase «No importa cuanto te esfuerxes, a veces parece que no es lo suficiente».
No puede evitar mezclar la justicia con la venganza, cuando descubre los verdaderos planes de Greene, quiere ayudar a los afectados, pero se da cuenta que no podria lograr nada.
Vive como Leiter, en un dilema moral, pero ahi es cuando uno se da cuenta de que a Bond no lo motiva su patria, lo motiva el deseo de hacer lo correcto, «estoy decepcionando» le dice a M tras enterarse que su gobierno prefiere no tocar a Greene.
Confia en pocas personas, aunque no lo admite. Trata de luchar en contra del sistema, sabe que no puede arreglar al mundo, pero aun asi sigue luchando, contra Greene, contra la CIA, contra su propio gobierno, y contra si mismo.
Al final se da cuenta que la venganza no lo conduce a nada, es mejor perdonar y seguir adelante.
De ahi la ultima frase
«Tus acciones nunca cambiaran al mundo…
pero eso no quiere decir que no lo sigas intentando»

Un film lleno de dilemas morales, con un mensaje que solo lo pueden ver los mas observadores, un Bond que lucha contra todos se da cuenta a veces no importa cuanto sufras o por cuantas cosas pases, lo importante es seguir adelante, ya que «el mañana nunca muere».
La pelicula es la mas realista de todas, y no me refiero a la accion, sino por el entorno y la historia, ya que podemos ver la crueldad del mundo real, la indiferencia de las personas, y el deseo de algunas por solo satisfacer sus deseos.

Para mi, una de las mejores de la saga, pero hubiera sido perfecta si hubieran quitado algunas secuencias de accion (como originalmente lo queria hacer foster 40% accion, 60% trama) si logras comprender ese mensaje oculto de realidad y sufrimiento, la pelicula te llegara al corazon. El final no es vertiginoso, por lo contrario, te hace meditar en las cuestiones de la vida y Bond se siente liberado y deja al «espectro» de Vesper atrás.

2 dias después..

Tras meditar largamente y conocer algunas opiniones de quienes fueron a ver quantum, he llegado a una decision (sin olvidar, que esta pelicula me ha encantado y nada me hara cambiar de opinion con respecto a mi 8.5 de 10)

NO EXISTEN 2 PELICULAS!!!!!!!!!
Tras largas horas de meditacion me di cuenta de ello ¿porque? porque en realidad es menos de media hora de diferencia que hay entre las 2, lo unico que falta para verlas juntas es la escena donde Bond secuestra a White y combate a sus gusrdaespaldas antes de llevarlo al maletero de su coche (escena que aparece en el videojuego, segun he podido ver).

Yo fui con esa mentalidad al cine (de hecho vi 2 veces casino royale antes de verla) y me gusto debido a ello, uno simplemente rellena ese «hueco».
Pero es cierto, viendola de forma «critico de cine» es una pelicula…..regular, ya que si tiene un rato que viste casino o simplemente no la viste, no entenderas nada de la trama, no sabras quien era Vesper, quien es el tipo que Bond secuestro, porque lo estaban persiguiendo, no entiendes del todo a Bond el porque de su tristeza, quien es el tipo de color (Felix Leiter) y porque ayuda a Bond, de donde sale Mathis, porque M lo regaña tanto o simplemente el final, es decir, esta pelicula depende ESPANTOSAMENTE de Casino Royale, es decir, si la tomamos como una pelicula independiente, tiene todas las de perder, pero si vamos al cine con la mentalidad de esa ultima escena de Casino (Bond presentandose ante White) en realidad la disfrutaremos, por eso, a los que aun no la hayan visto, vean casino royale inmediatamente.

Por Daniel 009 

>>> QUANTUM OF SOLACE <<<
Título original: “Quantum Of Solace
Director: Marc Forster
Guión: Robert Wade, Paul Haggis y Neal Purvis (personaje: Ian Fleming)
Reparto: Daniel Craig, Judi Dench, Olga Kurylenko, Mathieu Amalric, Jesper Christensen, Joaquín Cosio, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini y Gemma Arterton
Fotografía: Roberto Schaefer – Música: David Arnold
Producción: Barbara Broccoli y Michael G. Wilson
Productoras: Columbia Pictures, Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), United Artists, Danjaq Productions y Eon Productions Ltd.
Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España
EEUU, 2008 / 106 min.
 
L
a 22º entrega de la mítica saga del agente 007 vuelve a contar con muchos de los artífices de la anterior “Casino Royale” (2006). No podía ser de otra forma: “Quantum Of Solace”, por vez primera en la serie, continúa la historia de aquella. Por tanto, como era de suponer, veremos a James Bond (Daniel Craig) en busca de venganza por la muerte de su amada Vesper. La investigación le llevará a enfrentarse a uno de los miembros de una organización desconocida llamada “Quantum”: Dominic Greene (Mathieu Amalric). Rusia, Italia, Bolivia y Haití son algunas de las localizaciones que visitará el espía en su lucha contra el mal. Contará con la ayuda de Mathis (Giancarlo Giannini), la bella Camille (Olga Kurylenko) y la no menos atractiva Fields (Gemma Arterton).
 
Como puede verse, el argumento recuerda en parte a “Licencia Para Matar” (1989), de Timothy Dalton, ya que de nuevo se presenta a un 007 que va por libre a la caza de un criminal con motivo de cobrarse venganza. Además, la acción también se desarrolla en tierras sudamericanas, una de las chicas mantuvo una relación con el villano y el personaje de Felix Leiter (Jeffrey Wright) también hace acto de presencia.
 
No obstante, es superior en todos los aspectos técnicos. Las secuencias de acción son sencillamente espectaculares. Eso sí, conservan, como aquella, cierta dosis de realismo. No es comparable, por tanto, con el estilo que caracterizaba a las cintas de Pierce Brosnan (“Goldeneye”, “Muere Otro Día”) o Roger Moore (“La Espía Que Me Amó”, “Moonraker”), entre otras cosas por la ausencia de los “gadgets” de alta tecnología. El único aparato que emplea Bond en la cinta que nos ocupa es el teléfono móvil. Se sigue así la senda iniciada en “Casino Royale”, pero aumentando en buena medida el número de esta clase de escenas. Hay persecuciones en coche, lancha e incluso avión, además de combates y tiroteos por doquier, superando todo lo visto en la susodicha.
 
Lo que para unos será una bendición, otros lo verán como un exceso, como los que definían a las entregas de los 70. Pero, en líneas generales, se puede afirmar que es un producto entretenido como pocos y satisfará a un amplio abanico de espectadores. La impresionante recaudación que lleva así lo atestigua: más de 400 millones de dólares en todo el mundo. Ha batido el récord del primer fin de semana en EEUU de toda la franquicia y ha superado el que poseía “Harry Potter” en el Reino Unido, convirtiéndose así en una de las más taquilleras de la serie. Los productores deben de estar suspirando de alivio, tras haber desembolsado la asombrosa cifra de 230 millones dólares, lo que la convierte también en una de las más caras.
 
En términos de interpretación, la cinta se sitúa a la altura de su predecesora. Daniel Craig (“Layer Cake”, “Munich”) borda este nuevo Bond, mucho más salvaje y violento que cualquiera de los anteriores. Dominic Greene (“Alice y Martin”, “La Cuestión Humana”) tampoco lo hace nada mal como villano de turno. Además, su plan resulta cuando menos original. De las chicas Bond, sólo cabría destacar a Olga Kurylenko (“Hitman”, “Max Payne”). Su compañera Gemma Arterton (“RocknRolla”, “Three and Out”) no resulta demasiado convincente en las pocas escenas que protagoniza.
 
David Arnold (“Muere Otro Día”, “Independence Day”) se supera a sí mismo, ofreciendo una banda sonora acorde tanto con las escenas como con la ambientación. Se basa en la música clásica, pero le añade el toque moderno necesario para concordar con una historia en la que la tecnología actual juega un papel muy relevante. Y, por supuesto, hace uso puntualmente del archiconocido “James Bond Theme”, el cual siempre es un placer de escuchar. Lo que quizá más desentone en el apartado sonoro es la canción principal. Interpretada por Jack White y Alicia Keys, “Another Way To Die” no parece muy apropiada para una película de 007. Prueba de ello es su ausencia, en versión instrumental, a lo largo del metraje, un recurso muy habitual en la franquicia.
 
A modo de resumen, “Quantum Of Solace” agradará a aquellos que disfrutaron con “Casino Royale” y tiene muchas posibilidades de rescatar a los que se sintieron decepcionados con aquella. No obstante, el Bond de Craig sigue siendo el mismo. Olvídense de la imagen de sibarita y elegante que siempre teníamos en mente al hablar del personaje. Quizá el cambio más notable respecto a su anterior filme como 007, a parte del aumento de la dosis de acción, resida en el montaje. Una lástima, porque ahora cuesta mucho más apreciar qué sucede durante las secuencias más vertiginosas. En suma, un producto ideal para las nuevas generaciones, pero un tanto decepcionante para los más conservadores.

Por Alberto López


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