Análisis de la relación de los intérpretes de James Bond y sus películas con el contexto histórico en que se hicieron
El James Bond de Sean Connery se sitúa en la época más alarmante de la Guerra Fría (de hecho, en 1962 el mundo estuvo al borde del apocalipsis con la Crisis de los Misiles Cubanos), y refleja al espía inclemente y rudo ante circunstancias geopolíticas vidriosas.
El James Bond de George Lazenby tiene más que ver con la contracultura juvenil de los 60’s y con el espíritu de las protestas estudiantiles de París y Berlín en 1968. Es un James Bond rebelde, solidario, como cuando salva a Teresa Di Vicenzo del suicidio, con una personalidad algo bipolar (entre encantador y amistoso y angustiado y hermético), que se enamora (haciendo de 007: Al Servicio Secreto de Su Majestad la única película romántica de James Bond hasta Casino Royale de Craig), pero muy educado, afin en esto con el perfil de los jóvenes rebeldes de los 60’s de Universidades, y con una gran sensibilidad.
El James Bond de Roger Moore representa dos épocas diferentes en la historia: la detente o distensión que se inició a partir de 1972 entre Nixon y Brezhnev. Ahora podemos entender el porqué sus películas de los 70’s estuvieron llenas de demasiada espectacularidad e improvisaciones de mal gusto en los libretos. La época hardcore de la Guerra Fría se había acabado (que era la que daba el acento de inminente amenaza al mundo de James Bond), por lo cual los enemigos de James Bond ya no son de la apariencia siniestra y tenebrosa de los de Connery (salvo Diamantes para la eternidad) y Lazenby. Los enemigos ahora deben ser más excéntricos pero de poca monta (¿qué rayos hace James Bond evitando que Kananga inunde EEUU de drogas cuando ese país tiene una agencia al respecto, DEA, además de que la misión parece de segunda para un 007?), o enemigos multimillonarios con alocadas ideas utópicas de perfección de la humanidad (Stromberg, Drax). No puedo dejar de pasar por alto como el final de La espía que me amó refleja de manera simbólica el hecho de que el año de estreno de dicha película (1977) fue el mejor en las relaciones diplomáticas entre EEUU y la URSS, que se ve irónica y humorísticamente reflejado en el idilio entre James Bond y la General Amasova. Además debo mencionar que la personalidad del James Bond de Roger Moore me hace recordar algo los gustos de los 70’s, como la música Disco, los pantalones de campana, la exaltación como nunca antes del amor erótico en la cultura occidental, y la entrada de fans de James Bond que no eran los de las novelas de Ian Fleming.
Ahora hablaré de la segunda etapa del James Bond de Roger Moore: la década de 1980 y el reinicio de las hostilidades entre EEUU y la URSS. Esto podemos verlo ya en Sólo para sus ojos: donde debe evitar que el sistema de control de misiles de submarinos británicos caiga en manos rusas, y cuando lo logra se expresa sin el más mínimo humor: «Distiéndase (palabra irónica), General (Gogol, de la KGB), nosotros no lo tenemos, ustedes tampoco». Nótese que aquí se refleja la renovación de la rivalidad entre Occidente y el comunismo. Lo vemos también en Octopussy, donde incluso vemos al General Gogol haciendo propuestas semejantes a las hechas luego (1985) por Mijail Gorbachev, es decir, propuestas para hacer reformas internas y un mayor acercamiento a Occidente (ya en esta película se está insinuando la idea de la decadencia de la madre del comunismo, que se ve algo reflejada en el General Orlov y sus secuaces dentro del ejército soviético). En Panorama para matar, vemos a James Bond envuelto en el mundo de los yuppies (Zorin, el enemigo de James Bond, tiene ideas afines), y debe evitar a un descarado y cruel empresario con ideas neodarwinistas su plan genocida de monopolizar el mundo de la tecnología avanzada. Zorin es, dentro de los enemigos que haya enfrentado el James Bond de Roger Moore, el más realista e inescrupuloso, a pesar de verse algo patético. Esta película nos muestra en buena medida cómo era el mundo de la competencia arriesgada y en ocasiones cínica de los empresarios estimulados por las iniciativas de eliminación de restricciones al comercio y la producción por parte del entonces Presidente de EEUU, Ronald Reagan. Ya para los 80’s Roger Moore se había adueñado del personaje de James Bond, hasta el grado de que la juventud de esos tiempos identificaron James Bond con el James Bond de Roger Moore (la misma que luego desechó a Dalton por Brosnan).
Timothy Dalton entra en una época muy desfavorable, pues Gorbachev rápidamente deshacía las hostilidades de la Guerra Fría hasta llegar al extremo de acabar con el comunismo y la URSS. Era un actor más cercano al estilo de los actores de los 80’s, más dados a mostrar sus dotes histriónicos (o patéticos) de actor. Su actuación era buena, pero no supo interpelar al público con su personaje, es decir, no había empatía entre su actuación y el público, algo que en cambio Connery, Moore y hasta Lazenby tenían. Esto, unido al fin de la Guerra Fría, puso fin a su paso nada memorable (por parte del público) como James Bond. Además arrastró a los productores de James Bond a la peor crisis por la que ha pasado la saga.
La elección de Brosnan representa un intento de volver a la espectacularidad y la apariencia de Roger Moore, pero esta vez con significativas modificaciones (como usar un M femenino (Judi Dench) para hacer un James Bond totalmente alejado del ambiente de la Guerra Fría, con el que estaba intrínsecamente unido. Brosnan representa al James Bond semejante a la peor época de héroes de cine, Silvester Stallone, Swarzenneger, Van Damme, Batman, entre otros. Ante esto Brosnan destacaba por su elegancia y su buen porte, pero en lo restante trató de competir en espectacularidad con estos por taquilla, lo cual logró exitosamente.
Todo cambió en 2001, donde el mundo se vio crispado por la amenaza terrorista. ¡Bingo para los productores de James Bond! Ahora al fin tenían una ambientación político internacional con la cual el público podía identificarse, como en la Guerra Fría. Ya Brosnan no era necesario. Ahora había que volver a un James Bond rudo y cruel, en la línea de Connery. Y Daniel Craig es ese héroe. Si en el pasado James Bond luchaba por defender a Occidente del comunismo y de Spectre (una organización que simboliza el mismo comunismo desde la perspectiva occidental bastante acertada), ahora James Bond (Daniel Craig) lucha contra una organización que representa la amenaza misma que tememos en el terrorismo.