Se ha escrito mucho sobre el mundo de James Bond desde que el personaje y el mundo que le envuelve se convirtieran en una referencia de magnitudes globales. Pero no sólo son importante los efectos especiales y la acción, quizás se ha hecho poco hincapié en costumbres más personales del agente, como aquello que bebe y come.

En cuanto a la bebida, más allá de la creencia de que lo que más pide sea aquello de «vodka Martini, agitado, no revuelto», la estadística dice que la bebida más pedida por el agente es el champán. Hasta en 65 ocasiones ha tomado una copa de champán, principalmente en las celebraciones y fiestas a las que va. Le siguen de cerca las de bourbon y whisky escocés, que rondan la cincuentena en el total de los filmes. Ya en cuarta posición encontramos la bebida de esa manida y célebre frase que rememoramos al inicio de este párrafo. Y, cómo no, fue Sean Connery el primer 007 en enunciar la expresión.

En cuanto a los alimentos, Bond se ha dejado seducir por diferentes tradiciones culinarias de las latitudes en las que ha estado. Cuando su ubicación ha estado en las Islas británicas, un desayuno a base de gachas y huevos revueltos o el clásico almuerzo tipo picnic con la cesta de Harrods han formado parte de su dieta. En localizaciones germánicas, su tendencia ha ido más hacia la típicas salchichas Weißwurst  y jarras de cerveza. Aunque no podemos obviar los potentes guisos de lomo de corzo con nata que toma para cenar.

Cuando le ha tocado frecuentar el sur de Europa, además de la clásica cocina italiana y los quesos, ha optado también por delicias como la musaca, un plato griego consistente en capas de carne picada, berenjenas y tomate cubiertas de salsa bechamel y horneada. En lugares como París o Bruselas, exquisiteces como foie gras casero con caviar y brioche casero has sido su elección para el almuerzo.

En cuanto a la vestimenta, si bien es cierto que el look ha ido mutando a lo largo de los años, los actores que lo interpretaban y las épocas, lo cierto es que la elegancia de sus trajes, que suelen ser negros o azul oscuro -y acompañados por una camisa blanca y una pajarita perfectamente alineada-, siempre han hecho acto de presencia. Como todo buen galán, nuestro agente siempre viste con complementos de alta gama como zapatos de las factorías de Northampton, gemelos de plata, relojes de marcas prestigiosas, móviles Sony o gafas de sol de Persol o Tom Ford.

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