El mejor James Bond de la historia
No era el más guapo, ni el más British, ni el más violento… era sencillamente el mejor.
Sean Connery es una de las pocas piezas que podemos considerar indispensables e insustituibles en la creación del mito Bond, como uno de los más importantes del siglo XX.
Connery nació en Edimburgo (Escocia) el 25 de agosto de 1930. En una familia humilde, consiguió salir adelante aprendiendo más en la calle que en la escuela. Se alistó en la marina (donde se hizo sus famosos e imborrables tatuajes), fue carnicero, pulidor de ataúdes, futbolista y participó en Mister Universo.
En los 50 comenzó en el teatro, saltó a la televisión y su presencia física le permitió saltar al cine.
Por fin, en 1961 Harry Saltzman y Albert Broccoli le eligieron como el primer James Bond del cine.
Aunque en un principio Ian Fleming fue reticente, finalmente reconoció que era el actor adecuado. Fue el único actor bendecido por el escritor…
Connery dotó al personaje de rudeza y de elegancia. De belleza y de agresividad. En definitiva, sentó las bases sobre las que todos los actores posteriores se han tenido que comparar.
Para la historia del cine queda su presentación en Dr. No, su pelea en Desde Rusia con amor, sus diálogos en Goldfinger, su ironía en Operación Trueno, su adaptabilidad en Solo se vive dos veces o su humor en Diamantes para la eternidad.
Por si fuera poco, Connery cambia de registro y trabaja con Alfred Hitchcock, Sidney Lumet, John Boorman, John Milius, John Huston, Richard Lester y Fred Zinnemann. De los mejores, con el mejor.
Pero Connery vuelve a Bond y nos dejó otra frase para la historia: Nunca digas nunca jamás (1983), en la famosa batalla de los Bonds con su amigo Roger Moore.
En los 80 Connery es reconocido como leyenda con El nombre de la rosa, Indiana Jones, Los inmortales o el Óscar por Los intocables de Eliot Ness. Los bondianos ya sabíamos de su grandeza. El mundo, por fin, lo admitió.
El pasado 15 de agosto Connery cumplió 90 años y en Archivo 007 lo celebramos con este podcast dedicado a toda su carrera:
Gracias por tanto, Sir Sean.
