Los villanos más malvados aparecidos en la décimo quinta aventura oficial de James Bond
Este general de alto rango soviético pretende desertar al oeste con el objetivo de desinformar. Koskov es un personaje rudo, pero con encanto, que pretende enfrentar a ingleses y soviéticos como parte de su plan para utilizar fondos públicos para una remesa de armas, destinadas a financiar la compra de opio.
La actuación del holandés Jeroen Krabbe es demasiado genérica para hacernos creer que haya podido ser promocionado al rango de general en el ejército soviético. Sus gestos y expresiones exagerados no podrían engañar a nadie. Krabbe es un actor muy competente, pero interpreta un enemigo de Bond algo flojo.
Este egocéntrico traficante de armas americano se autoproclama como igual entre los dictadores más conocidos de la historia. Mientras orquestra entregas de armas a nivel internacional, Whitaker disfruta recreando batallas famosas con modelos a escala y figuras de juguete. En su mansión de Tánger tiene un grupo de figuras de cera de Hitler, Napoleón y otros megalomaníacos – cada uno de los cuales tiene su cara. Su fanatismo por la historia militar es irónicamente la causa de su muerte, al perecer bajo una estatua de Wellington.
Whitaker no es muy interesante como enemigo de Bond y, aunque Don Baker es divertido, no parece el más acertado para el papel. Interpreta a Whitaker como si fuera un sureño a quien Bond podría batir sin ningún problema. Mucho más exitosa fue su elección como Jack Wade en Goldeneye.
Necros es el más interesante del trío de enemigos de la película. Es un asesino silencioso, sin sentido del humor, pero muy atractivo, que tiende a utilizar un walkman como artilugio para estrangular.
El papel está bien interpretado por Andreas Wisniewski, que le da a la película un necesitado aire amenazador. La inteligente infiltración de Necros en la casa franca del MI6 es una excelente secuencia, ya que planea el ‘secuestro’ de Koskov de los británicos. En realidad, Necros es un compañero de Koskov y Whitaker, aunque es a él a quien se asignan los asesinatos. La pelea entre Bond y Necros en el avión de carga es una secuencia rodada con maestría y que aporta mucho suspense.