Los gadgets más sorprendentes aparecidos en la decimoquinta aventura oficial de James Bond
Bond utiliza esta enorme arma para evitar que un francotirador del KGB asesine a Koskov en su intento de deserción. El arma incluye un punto de mira láser (Bond se dará cuenta de que el francotirador – Kara – es un novato y opta por disparar al rifle en vez de matarla) y permite disparar balas de punta blanda o de acero (Bond prefiere las últimas).
Brad Whitaker está armado con un fusil de asalto automático Mini Uzi e intenta cazar a Bond en su climático enfrentamiento.
El rifle incorpora un cargador que permite disparar ochenta rondas de balas en segundos, con efectos devastadores. Whitaker también ha añadido un escudo facial a prueba de balas, con resultados muy efectivos desviando los disparos de Bond.
El dispositivo magnético se activa cuando 007 silba las primeras notas de ‘Rule Britannia’, y expulsa un gas capaz de aturdir a un oponente durante 30 segundos, siempre y cuando esté a menos de un metro de distancia. También incluye un explosivo plástico altamente concentrado que se detona cuando 007 hace el silbido insinuador (esto último le permite acabar con Whitaker).
El mismo llavero incluye una serie de llaves capaces de abrir el 90% de los cerrojos del mundo.
Las víctimas de Necros no tienen tiempo de nada cuando les lanza estas botellas – cada botella contiene altos explosivos. Necros las utiliza con efectos letales cuando se presenta como repartidor de leche en la casa segura del MI6 para ‘secuestrar’ a Koskov.
Cuando Bond entra en la habitación del hotel de Pushkin y su acompañante en Tánger, el jefe de la KGB activa una alarma silenciosa en su reloj que avisa a su guardaespaldas de que se encuentra en peligro.
Bond confia en las debilidades del hombre para distraer al guadaespaldas, y obliga a la acompañante de Pushkin a permanecer de pie y desnuda ante la puerta, truco que funciona y permite a Bond sacar ventaja.