Javier (Aficionadillo) lista todos los acuarios aparecidos en las películas Bond, ya sean decorativos o como parte de la trama

La acuarofília es una afición muy popular desde hace años. El mundo de 007 no podía ser ajeno a esto ya que siempre está a la vanguardia de las aficiones y de la tecnología de su época, de manera que a lo largo de la saga vemos una gran cantidad de acuarios distribuidos por las películas de nuestro agente. Y no sólo aparecen como elemento decorativo, sino que en muchas ocasiones sirven como parte de la trama, o como excusa para mostrar parte del argumento del filme o del plan del villano.

Sin embargo, tras buscar los numerosos ejemplos de acuarios que se pueden encontrar en sus películas, se puede concluir que Bond no es en absoluto aficionado a la acuarofilia. Aunque tiene conocimientos sobre peces, como demuestra en «La espía que me amó» o en “007: Licencia para matar”, probablemente se ciñan a especies peligrosas para el ser humano. Sin duda, un agente secreto debe conocer cuáles pueden representar un peligro en una misión. En las novelas, el propio Ian Fleming era muy propenso a introducir tiburones y barracudas para poner en apuros a 007. En definitiva, a Bond, ni en su despacho ni en su domicilio se le conoce ningún acuario. Tal vez al tener que ausentarse con tanta frecuencia debido a sus misiones, no tenga tiempo de atenderlo ni de disfrutar de él.

Todo lo contrario puede decirse de sus rivales, que son quienes los tienen mayoritariamente. Si bien hoy en día es una afición al alcance de todos los bolsillos, hace décadas era una cosa extraña y denotaba un cierto “glamour” en aquellas personas que la poseían. Los villanos hacen gala de conocimientos, afición e incluso se llegan a encargar personalmente de la alimentación de sus mascotas, en muchos casos por medio de sus enemigos o sus aliados cuando les han decepcionado.
Vamos a hacer un breve recorrido por la saga para enumerar los casos que aparecen:

Agente 007 contra el Dr. No (1962)

«Pececillos presumiendo de ballenas», o lo que es lo mismo, un gigantesco acuario pseudonatural para decorar el comedor. El Dr. No diseña un cristal que permite ver a los peces a gran profundidad. El coste de dicho diseño asciende, según desvela el propio villano, a un millón de dólares. La conversación sobre el acuario permite que Bond conozca a su adversario, inicien la cena y da lugar a una de las secuencias más memorables de la saga.

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De igual modo, el personaje del Doctor No es presentado como un gran ingeniero, capaz de realizar un “prodigio” como este, consistente en un cristal convexo de 30 centímetros que amplifica las imágenes, en el cual se es capaz de admirar “tulipanes de mar que no viven por encima de los 70 metros”.

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Desde Rusia con amor (1963)

Para los aficionados a los peces, en esta película tenemos una escena muy recordada. Ernst Stavro Blofeld recibe a sus secuaces mientras prepara un plan para engañar al servicio secreto británico. Tiene un acuario compartimentado, con cristales separadores y con varios peces luchadores. Aquí nos encontramos con un elemento característico de la saga, un elemento exclusivo, un diseño glamuroso y único, ya que en el mundo Bond nunca se repara en gastos. Un acuario en cuya decoración se puede apreciar un pulpo, que representa a la asociación SPECTRA.

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Esta especie de peces de agua dulce tropicales tiene una peculiaridad: los machos no pueden permanecer juntos, ya que se enfrentan hasta la muerte. Blofeld simplemente retirando uno de los separadores junta a dos machos y genera una pelea. No existe esa característica con las hembras, dado que pueden convivir en gran número e incluso con un macho. Los aficionados siempre hemos de tener en cuenta esta incompatibilidad a la hora de combinar los peces. Esta película nos ofrece una oportunidad de apreciar cómo se enfrentan dos machos, algo que en condiciones normales no deberíamos ver nunca en un acuario.

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En la película, los peces muertos acaban en las garras del gato de Blofeld. Desde el punto de vista argumental, esto sirve de excusa para explicar la trama.

Operación Trueno (1965)

Sin lugar a dudas, uno de los “acuarios” más sorprendentes aparece en esta entrega: una piscina privada llena de tiburones en un chalet, en el jardín de Palmira, la residencia de Emilio Largo. Se trataba de una piscina real en una vivienda de la zona en la cual metieron a los animales, que a partir de ahora se convierten en un recurso muy habitual en la saga.
Bond mantiene una lucha en la piscina con un esbirro de Largo y se encuentra cara a cara con los tiburones, sin mayores consecuencias. No tienen la misma suerte dos hombres de SPECTRA que son devorados por los escualos.

Si bien es cierto que esto podría ser de lo más destacable, hay que darse cuenta de que la película en sí es un gran acuario constante. En este filme encontramos mucho metraje submarino, lo que da pie a que podamos ver diversos peces, erizos de mar, etc. Los tiburones llegan a tener una cierta relevancia en el desenlace de la batalla final submarina.

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Sólo se vive dos veces (1967)

Otro acuario sensacional de la saga es el mostrado en esta cinta. En la búsqueda de lograr el más espectacular todavía, Blofeld tiene en su habitación un estanque lleno de pirañas en donde asesina a sus víctimas, ayudándose de un puente con una trampa en el suelo, que se abre al paso de la persona que se desea eliminar.

Hoy en día, las pirañas pueden ser adquiridas con bastante facilidad en tiendas especializadas, pero en 1967 era poco menos que una excentricidad.

Como curiosidad, podemos mencionar que nuevamente, al igual que en “Operación Trueno”, las dos personas que sufren el desagradable final de ser devorados son ambos secuaces de SPECTRA.

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Diamantes para la eternidad (1971)

Aquí es necesario hacer una grandísima alusión al fantástico acuario que aparece en el hotel en el que se hospedan James Bond y Tiffany Case.

El acuario-cama es extraordinario. Una nueva proeza de la ingeniería, superior claramente a todo lo visto anteriormente en la saga. Los peces se encuentran tanto en el cabecero con cristales curvos, como bajo la cama, lo que literalmente permite estar rodeado por completo de peces y plantas.

También hay que tener en cuenta que esta película es de 1971, lo que le da un valor adicional a esta delicia de acuario. En este caso, no tiene ninguna relevancia en la trama y no deja de ser una pieza decorativa, pero merece la pena recrearse con él.

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Vive y deja morir (1973)

Kananga, el villano de la película, intenta acabar con 007 metiéndole en un estanque lleno, una vez más… de tiburones. Primero le realiza un corte en el brazo para que Bond sangre y esto produzca el ataque de los escualos. Nuestro agente logra liberarse y durante su lucha con Kananga, ambos acaban en la piscina. En este caso, la secuencia supone el desenlace de la película, gracias a una munición especialmente diseñada para dichos peces.

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La espía que me amó (1977)

Evidentemente es la película de la saga en la que la presencia de la acuarofília es más destacada. El villano es un fanático de los acuarios, de los fondos marinos y de toda la fauna y flora acuática. Stromberg tiene auténticas preciosidades, su despacho es un auténtico museo marino y a lo largo de toda la película vemos ejemplares espectaculares y secuencias de gran belleza.

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Stromberg pone a prueba a Bond mientras admiran unos peces, lo que genera una primera victoria de 007 en el diálogo.

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Merece la pena mencionar también que el esbirro principal de la película tiene su nombre inspirado en la cinta «Tiburón» (Jaws) de Spielberg. Y como siempre en las películas de 007, los tiburones tienen un papel importante. Son parte de la trampa del ascensor con la que es asesinada la secretaria de Stromberg. Bond, sin embargo, elude esta trampa debido a que observó los restos de la mujer en el fondo de uno de los acuarios. En las secuencias finales, «Tiburón» (el esbirro) mantiene un duelo a muerte con el tiburón (el pez) del que sale victorioso gracias a su dentadura metálica.

Moonraker (1979)

El villano de esta entrega, Hugo Drax, tiene entre sus incontables y valiosísimas posesiones un estanque con una serpiente Boa Constrictor. En esta ocasión, encontramos que no son peces exóticos los habitantes del mundo acuático, como en episodios anteriores, sino un reptil.

Este estanque recuerda muchísimo al de “Sólo se vive dos veces”. Ambos se encuentran en la guarida secreta del villano, desde la que intentan desarrollar sus planes maléficos con cohetes espaciales. Incluso el diseño del estanque es muy similar y tiene un puente que lo cruza.

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James Bond (suponemos que recuerda el antiguo estanque de Blofeld cuyo puente ocultaba una trampa para dejar caer a sus enemigos al agua) evita cruzar por él. Sin embargo, la trampa está en una roca y Bond acaba sumergido y luchando con la serpiente que «se ponía pesada».

Sólo para sus ojos (1981)

Parte de la trama de esta cinta transcurre bajo el agua. No obstante, aunque las secuencias submarinas simulan ser bajo el mar, muchas de ellas se rodaron en piscinas y algunas con efectos especiales, debido entre otros motivos a que la protagonista femenina no podía hacer submarinismo. Esto resulta muy sorprendente, ya que el efecto es excelente y las imágenes resultan totalmente creíbles. En realidad, los actores están rodados fuera del agua, a cámara lenta, y les movieron el pelo con ventiladores. Posteriormente les añadieron las imágenes de unas burbujas superpuestas y el resultado es completamente realista y creíble.

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Debido a como están rodadas estas tomas, y a los peces y a animales que aparecen, suponen una interesante experiencia para los acuariófilos. De nuevo, los tiburones también aparecen como un aliciente de peligro en la secuencia en que Bond y Melina son atados y remolcados con una cuerda por el barco de Kristatos.

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Octopussy (1983)

Todos recordamos los bonitos acuarios que aparecen en esta película. Muy recomendables. En este caso, el personaje de «Octopussy» mantiene en su casa varios acuarios que alimenta ella misma, entre los que destaca uno de ellos. En él tiene un precioso pulpo. Tiene gran trascendencia en la trama, ya que se descubre que el padre de Octopussy, biólogo marino, había tenido trato con 007 y supone un factor muy importante en el argumento. Esto favorece la amistad y el trato respetuoso entre Bond y Octopussy, que acaba teniendo un trasfondo romántico.

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También es memorable la secuencia en la que un esbirro acaba atravesando un cristal de un acuario y el pulpo se le queda adherido a la cara, al más puro estilo de «Alien». Podemos mencionar también la presencia de varios peces que, a los ojos de alguien no familiarizado con los acuarios, parecen nadar invertidos o al revés. Estas variedades de peces que nadan “boca abajo”, en su momento eran poco habituales, pero en la actualidad son muy sencillas de encontrar en las tiendas especializadas.

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Licencia para matar (1989)

Bond se cuela en la guarida de un villano, miembro de la organización criminal de droga de Franz Sánchez, en la que experimentan, crían y reproducen peces. 007 se hace pasar por un comprador intermediario de “Universal Exports” (su tapadera habitual) interesado en adquirir un tiburón blanco.

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Durante la noche, se produce un tiroteo que acaba rompiendo uno de los cristales y derramando todo su contenido, peces incluidos, por el suelo. Esta secuencia supone una de las grandes pesadillas de los amantes de los acuarios, ya que representa la destrucción de un acuario y uno se imagina su propio domicilio inundado y con sus peces en una agonía imposible de evitar.

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En “Licencia para matar”, como en otras películas, también aparecen tiburones e incluso un aliado de Bond precisamente es pescador de ellos. Felix Leiter es torturado con un tiburón, en una secuencia que recuerda a la novela «Vive y deja morir». El personaje sufre heridas de mucha gravedad y supone el arranque de la trama de la película.