Los villanos más malvados aparecidos en la vigésima aventura oficial de James Bond
Rosamund Pike | Miranda Frost
Miranda Frost es el centro de los principales giros de la película. Al principio de la historia trabaja para Gustav Graves como publicista, aunque poco después descubrimos que es en realidad una agente del MI6 cuando M se entrevista con ella. Criptóloga y medalla de oro olímpica en esgrima, se ofrece voluntaria para vigilar a Graves.
Pero su verdadera identidad se revela cuando Graves le dice a Bond que fue Miranda quien, traicionando al MI6, le dejó al descubierto en Corea del Norte. Graves también revela que preparó una sobredosis para la verdadera ganadora del oro olímpico asegurándose la lealtad de Miranda. Durante la lucha final, a pesar de su excelente habilidad con la espada ante Jinx, Miranda baja la guardia cuando se cree ganadora, algo que le cuesta la vida.
Con solo 23 años, Rosamund Pike interpreta bien a Miranda Frost, a pesar de la tradición de éxito irregular entre las actrices jóvenes.
Will Yun Lee | Coronel Tan-Sun Moon
Con la esperanza de que la educación occidental permita abrir un puente entre Oriente y Occidente, el General Moon envía a su hijo, el Coronel Moon, a estudiar a Oxford y Harvard, aunque finalmente parece que lo único que aprende son las ideas de corrupción y avaricia.
Comerciante de armas de alta tecnología y traficante de diamantes, dispone de un ejército privado que pretende unir a las dos Coreas desestabilizando las relaciones entre ambas y conquistando la del Sur, justo antes de entrar en guerra contra Japón y Estados Unidos. Hombre sin escrúpulos incluso entre su propia gente, Moon golpea vigorosamente un saco de boxeo que al abrirse deja caer a su psicoanalista, a quien ha castigado «por sermonearle». Tras considerársele muerto, se somete a una dolorosa terapia genética que sustituye su ADN y le convierte en Gustav Graves.
Rick Yune | Zao
Mano derecha del Coronel Moon, parece tener una relación muy cercana con su jefe, a quien informa de que Bond es un agente secreto en la secuencia precréditos. Mientras Bond se encuentra cautivo, Zao mata a varios agentes chinos, cosa que hace suponer que es Bond quien los está descubriendo, y es capturado e intercambiado por 007.
La explosión de diamantes inicial le obliga a someterse a la misma terapia genética del Coronel Moon para reparar los daños sufridos en su rostro, terapia que 007 interrumpe en Cuba y le deja con un aspecto espectralmente blanco, ojos azules inexpresivos, venas en la cara y diamantes incrustados en la piel. Un aspecto que le convierte en uno de los enemigos más aterradores de la serie.
El personaje, que parece tener doble personalidad y no permite saber quién es exactamente, cae víctima de su exceso de confianza en la persecución en el Palacio de Hielo.
Toby Stephens | Gustav Graves
La versión oficial de la vida de Gustav Graves dice que se trata de un huérfano que trabajaba en las minas de diamantes en Argentina. De ahí se pasa a su descubrimiento de una enorme cantidad de diamantes en Islandia que le proporciona una fortuna.
En realidad, el pasado de Gustav Graves no es otro que el de su verdadera identidad, el Coronel Moon. La mina de diamantes de Islandia le permite blanquear los diamantes africanos conflictivos con los que trafica. Interesado en la ecología y amante de la esgrima, Graves odia perder y no duda en utilizar a sus secuaces impunemente para conseguir sus objetivos. Desarrollador del programa espacial Ícarus que oficialmente pretende terminar con la pobreza del mundo, aunque en realidad tiene como objeto la invasión de Corea del Sur. Al final será su exceso de autoconfianza lo que le llevará a la muerte.
Lawrence Makoare | Sr. Kil
Empleado de seguridad y guardaespaldas de Gustav Graves, cuando Bond llega al Palacio de Hielo en Islandia es recibido por la figura omniosa y de aspecto frío del Sr. Kil. A partir de aquí, el Sr. Kil aparecerá con aspecto de mayordomo en otras escenas hasta su última intervención en la que intenta matar a Jinx con un láser que será el arma que finalmente acabará con él.
Este esbirro se gana su apellido a pulso con una presencia de pantalla imponente y diálogos cortos, lo cual le convierte en la amenaza silenciosa a la que nos tienen acostumbrados las películas Bond.