Las chicas Bond más seductoras aparecidas en la décimo tercera aventura oficial de James Bond
La bella propietaria del circo nómada con base en la India es tan exótica como su nombre, Octopussy. Habiendo revivido el antiguo culto al pulpo, vive rodeada de esplendor en un palacio custodiado por un ejército de gimnastas femeninas. Utiliza su circo como tapadera en su asociación con Kamal Khan y el negocio del contrabando internacional de gemas. Hija del difunto agente secreto Dexter Smythe, Octopussy está agradecida a James Bond por permitirle suicidarse antes de enfrentarse al escándalo de las corte marcial por los cargos de robo y asesinato. Ella y 007 se vuelven amantes y, cuando es capturada por el traicionero Khan, Bond debe correr contra reloj para rescatarla.
Maud Adams es una de las actrices más competentes aparecidas hasta la fecha en una película Bond. Tiene una considerable química con Roger Moore y se asegura su estatus como una de las chicas Bond más memorables. Como nota aparte, Adams fue la única actriz hasta esa fecha en tener dos papeles principales en dos películas Bond (había aparecido previamente como Andrea Anders en El hombre de la pistola de oro).
La bella rubia sirve como brazo derecho de Octopussy. Se le ordena que seduzca a 007 para recuperar un huevo de Fabergé robado. Durante el transcurso de su encuentro amoroso, Magda dice una de las mejores frases de la película al alzar su copa de champán e informar a 007 de que ‘I need refillling’. También luce orgullosa el tatuaje del pulpo (al que se refiere como ‘Mi pequeño Octopussy’) que la identifica como integrante del culto al pulpo. Magda representa el antiguo tipo de chica Bond: neumática, con largas piernas y llena de sexualidad.
Extremadamente bien interpretada por Kristina Wayborn, quien también consigue la oportunidad de mostrar sus dotes atléticas cuando utiliza sus habilidades para la lucha al ayudar a Bond en el asalto contra Kamal Khan.