Los villanos más malvados aparecidos en la décimo séptima aventura oficial de James Bond
Trevelyan es uno de los enemigos de Bond más complejos y bien interpretados sin sobreactuaciones por Sean Bean. El giro inesperado convierte al antiguo amigo y colega de Bond en su enemigo. La situación permite algunos diálogos excelentes, ya que Bond es continuamente acusado de ser ingenuo y previsible por parte de su calculador aliado.
El personaje de Trevelyan es muy importante y la interacción de Bean con Pierce Brosnan proporciona los mejores momentos de la película (su encuentro en un cementerio de estatuas de antiguos iconos soviéticos es genuinamente espeluznante). Su lucha a muerte durante el clímax de la película es una de las mejores secuencias de acción mejor interpretadas en los últimos años. La única pega del guion es que la motivación de Trevelyan para la traición tiene poco peso. Se espera que la audiencia acepte que ha cometido traición simplemente para vengar el suicidio de sus padres (fueron cosacos de Lienz) que fue motivado porque los británicos los entregaron a los soviéticos tras la Segunda Guerra Mundial. Bean es demasiado joven para que tales eventos políticos le afectaran y sería más creíble si únicamente lo hiciera por motivos económicos.
Este General soviético traidor se alía con Alec Trevelyan al final de la Guerra Fría para orquestrar un elaborado plan con el fin de robar el Goldeneye y enriquecerse. Ourumov es una figura poderosa y respetada del régimen postcomunista y no se sospecha de él tras aniquilar al personal de la estación de armas de Severnaya. Para James Bond representa un objetivo de quien vengarse, porque es a quien vio «ejecutar» a Alec Trevelyan durante su misión de dinamitar una fábrica de gas nervioso años antes. Bond queda sorprendido más adelante al descubrir que los dos son, en realidad, aliados. Ourumov finalmente muere a manos de Bond en un tiroteo en el tren de Trevelyan.
El papel es interpretado de forma muy efectiva por Gottfried John, un actor cuya intensa apariencia física sienta perfectamente al personaje de Ourumov.
Alan Cummings | Boris Grishenko
El repelente genio informático ha hecho una firme amistad con Natalya durante su estancia en la estación de armas de Severnaya. En realidad, Boris está de lado de Trevelyan y deja a Natalya en la trampa mortal en la que se convierte Severnaya. Boris tiene complejo de superioridad y se enorgullece de ser capaz de controlar los complicados sistemas informáticos de Trevelyan para que le aseguren el éxito en su plan. Finalmente, es su ego el que lo conduce a su muerte.
Boris es el personaje más flojo de la película y, a pesar de su considerable tiempo en pantalla, es muy superfluo para la trama principal. El actor escocés Alan Cummings hace un trabajo creíble en cuanto a simular un acento ruso, pero tanto su actuación como el propio personaje está desincronizado con el resto del reparto. La muerte de Boris – congelado de golpe por nitrógeno líquido – es una de las muertes más extravagantes de los enemigos de Bond.