Los gadgets más sorprendentes aparecidos en la séptima aventura oficial de James Bond

Simulador de voz

Blofeld utiliza este simulador de voz para imitar la voz de Willard Whyte y se las arregla para convencer a los contactos de los negocios del billonario de que todo está en orden en el imperio Whyte.

Cepo de dedos

Situado en la americana de 007, esta trampa con dientes afilados actúa como mini-trampa para osos cuando el guardia de SPECTRA intenta quitar la pistola de Bond de su funda de hombro. El cepo de dedos se cierra en la mano casi cortándole los dedos.

Huellas digitales postizas

Hechas de goma de látex, Q abastece a Bond de ellas para que pueda hacerse pasar con éxito por Peter Franks. El invento parece útil cuando Tiffany Case comprueba secretamente las huellas dactilares de Bond en una máquina escaneadora que las compara con las de Peter Franks. Las huellas postizas pasan el test.

Pistola Pitón

Cuando Bond se dirige al ático de Willard Whyte, consigue entrar en él con una pistola pitón del que utilizan los escaladores de montaña. Esto permite a Bond balancearse desde la cuerda hasta el techo y entrar en el ático. Es capturado por Blofeld y obligado a dejar su Walther PPK. Sin embargo, Bond es capaz de coger la pistola y disparar un gancho mortal en la cabeza de Blofeld. Pronto descubre que el hombre que ha matado no es sino otro de los dobles de Blofeld.

Satélite con diamantes incrustados

Blofeld amenaza el mundo con un satélite con diamantes incrustados capaz de ser utilizado como un láser mortal que puede apuntar a cualquier punto de la tierra. Para demostrar su poder, el laser es utilizado para destruir estaciones militares internacionales.

Estas secuencias incluyen efectos especiales sorprendentemente inefectivos, vistos hoy, y las escenas de explosión nuclear parecen haber sido creadas con un kit de experimentos científicos para niños, reduciendo el impacto de la amenaza de Blofeld.

Bomba sorpresa

Se trata de una bomba de tiempo escondida en un pastel que sirven a Bond y Tiffany a bordo de un crucero de lujo durante el clímax de la película. Los camareros son en realidad Wint y Kidd. Desafortunadamente para ellos, Bond reconoce a Wint como asesino. En la breve, pero divertida lucha que sigue, Bond enciende a Kidd en llamas y lanza a Wint por la borda con la bomba sorpresa, que explota poco después.